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EDITORIAL

¿Hacer oficial el pacto con ETA?

La apuesta de Zabaleta no deja de ser un corolario relativamente lógico a la deriva moral y política del gobierno del 14-M y sus reiterados guiños al llamado "Club de Perpiñán".

Por mucho que Ares o Blanco hayan querido desvincular al PSOE de las declaraciones de Gemma Zabaleta, lo cierto es que la apuesta de la parlamentaria socialista por un gobierno de coalición entre el PSE y Batasuna no deja de ser un corolario relativamente lógico a la deriva moral y política del gobierno del 14-M y sus reiterados guiños al llamado "Club de Perpiñán".

Hace ya mucho que los separatistas catalanes le dieron a Zapatero la bienvenida a ese "club", y era cuestión de tiempo que ETA hiciera lo propio en forma de comunicado de tregua. Si la táctica del alto el fuego facilitaba con Zapatero la caída de nueces en Cataluña, había que verificar qué es lo que daba de sí en el País Vasco. Más aún si tenemos en cuenta que Zapatero, en pro de esa anestésica y electoralista "paz", ya había pagado a los separatistas vascos cuotas por adelantado tan significativas como neutralizar la ley de partidos en beneficio de los proetarras del PCTV, o hacer la vista gorda ante la incesante e ilegal actividad política de la propia Batasuna. Eso, por no hablar del acoso a jueces, fiscales y víctimas que, como Hernando, Fungairiño o la AVT, son obstáculos para ese chalaneo con la organización terrorista que hasta algunos miembros del PP llaman ahora "proceso de paz".

De hecho, ha sido el propio Zapatero el que, hace escasas semanas, daba pie a las declaraciones de ayer de Zabaleta, al decir que la cordial foto de esta diputada socialista con la batasuna y abogada de ETA, Jone Goiricelaya, era una "foto que se adelantaba a su tiempo". Y es que, para Zapatero, "la foto retrasada" era la de Rosa Díez con las víctimas, quienes "todavía no han empezado a salir por la carretera por la que vamos a transitar".

No sabemos a dónde llegará la "carretera" por la que Zapatero ya está transitando desde el momento en que no le importó ni el tener de socios a los socios de ETA en Perpiñán, ni el contentar a los terroristas del 11-M con tal de machacar electoralmente al PP y convertirse en presidente del Gobierno.

Nos parece poco probable, no obstante, que Zapatero deje en evidencia su nihilismo moral y político hasta el punto de hacer en el País Vasco una coalición de gobierno con los proetarras. Eso sería tanto como reconocer públicamente su ingreso en el "Club de Perpiñán".

Lo que sí sabemos es que ETA exige que la "carretera" por la que transita con el gobierno del 14-M llegue a la "autodeterminación de Euskal Herria" y la disposición del propio Zapatero a que esa "carretera" pase por el consenso con los separatistas de Estella –y contra el PP– para acabar con el Estatuto de Guernica. Lo que ZP necesita, no obstante, es maquillar los peajes, no dejarlos en evidencia.

En cualquier caso, que no se crea Zapatero que dejar en la cuneta a ETA, después de haberle dado esperanzas de llegar juntos al final del camino, es lo mismo que dejar en el arcén a los separatistas catalanes con los que los socialistas, por cierto, todavía gobiernan en Cataluña.

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