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Francisco Cabrillo

Los incontables pleitos de Sir William Petty

A lo largo de su estancia en Irlanda supo Petty, además, obtener ventajas materiales de la privilegiada situación en la que se encontraba. Compró muchas fincas a personas en apuros, tanto irlandeses como ingleses.

Muy pocos de los personajes de esta serie pueden presentar una biografía tan variada y compleja como la de William Petty. Nuestro protagonista ocupa un lugar destacado en la historia del análisis económico por haber sido el precursor de la moderna estadística económica. Pero tuvo que pasar por muchas circunstancias difíciles antes de poder desarrollar sus investigaciones en este campo.

Nacido en Hampshire en 1623, de familia trabajadora, se embarcó como camarero cuando sólo contaba trece años de edad. Apenas habían transcurrido unos meses cuando tuvo la mala suerte de romperse una pierna y el capitán lo dejó en tierra en el puerto francés de Caen. Pero Petty era un joven de recursos y se las ingenió para ser admitido en el colegio de los jesuitas de la localidad, donde se pagó los estudios dando clases de inglés y haciendo toda clase de pequeños trabajos. Consiguió una excelente formación en lenguas clásicas, matemáticas y astronomía, que le permitió ingresar en la marina británica al regresar a su país. Pero su vida aventurera apenas había comenzado. Al estallar la guerra civil en Inglaterra, volvió al continente; empezó entonces a estudiar medicina en París y tomó contacto con Hobbes, de quien llegó a ser secretario. Y en 1646 lo encontramos de regreso en Gran Bretaña, completando en Oxford sus estudios de medicina.

Gracias a sus buenas relaciones sociales consiguió ser nombrado catedrático de medicina en esa universidad poco tiempo más tarde, cuando sólo contaba 27 años. Y en 1651 pasó a ocupar una cátedra de música en Londres. Tal cambio nos parece hoy sorprendente; pero en aquella época se consideraba que la anatomía y la música estaban estrechamente relacionadas, ya que tanto la salud del cuerpo humano como la armonía se basaban en la existencia de proporciones adecuadas. Parece evidente que eso de las proporciones guarda relación con la composición musical, pero cabe albergar alguna pequeña duda con respecto a su eficacia a la hora de curar a un enfermo. En todo caso, Petty volvió pronto a su profesión al ser nombrado oficial médico en jefe del ejército inglés en Irlanda, dedicado por entonces a la conquista de la isla.

Y fue este viaje a Irlanda el que realmente cambió su vida. Listo y ambicioso, se dio cuenta en seguida de las dificultades que, tras la conquista, experimentaba la nueva administración inglesa para repartir las tierras que, de mala manera, había arrebatado a sus legítimos propietarios irlandeses para pagar los gastos de la expedición militar. Y consiguió ser encargado de la realización del catastro, lo que parece que hizo con gran eficiencia. Aprovechó la ocasión Petty para estudiar numerosos problemas económicos y para realizar una serie de cálculos sobre la riqueza de Inglaterra e Irlanda que se plasmarían en varios libros que le garantizarían un puesto de honor en la historia del pensamiento económico. En vida publicó su Tratado sobre impuestos y contribuciones. Pero sus dos obras más importantes, la Aritmética política y la Anatomía política de Irlanda sólo fueron impresas tres y cuatro años después de su muerte, que tuvo lugar en 1687.

A lo largo de su estancia en Irlanda supo Petty, además, obtener ventajas materiales de la privilegiada situación en la que se encontraba. Compró muchas fincas a personas en apuros, tanto irlandeses como ingleses. Se convirtió así en un hombre muy rico y en uno de los mayores terratenientes del país. Pero parece que, en esta vida, no existe la felicidad completa. Y el nuevo propietario se encontró pronto con la cruz de sus negocios. Ser dueño de tierras adquiridas de una manera tan particular no sólo le planteó los problemas habituales de la administración de los grandes latifundios. También surgieron innumerables problemas referidos a la propiedad misma de muchas de las fincas que había adquirido. Y empezó Petty así una larga serie de disputas que tuvieron consecuencias muy diversas, pero nunca del todo satisfactorias. En muchos casos se vio envuelto en interminables pleitos ante los tribunales de justicia. En otros, fue amenazado por quienes se consideraban los legítimos dueños de los terrenos y tuvo que adoptar precauciones para garantizar su seguridad física. Y otros desacuerdos, por fin, terminaron en duelos, en uno de los cuales nuestro protagonista estuvo a punto de perder un ojo.

Y no se limitaron a Irlanda los problemas inmobiliarios de Petty y su familia. Amigo de William Penn, nuestro economista contribuyó a la financiación de la nueva colonia de Pennsylvania. Y como recompensa obtuvo terrenos en una zona, en la que hoy se asienta la ciudad de Filadelfia. Sus herederos podría haber sido, por tanto, inmensamente ricos al cabo de algunas décadas. Pero tampoco aquí las cosas fueron bien del todo. Se plantearon una vez más problemas para el reconocimiento de los correspondientes derechos de propiedad. Y, cuando parecía que se habían arreglado las cuestiones legales, empezó la revolución americana de 1776, que tuvo como efecto la pérdida definitiva de estas fincas para los descendientes de Petty. Más de un irlandés sonreiría, seguramente, desde su tumba, pensando que, por fin, se había hecho justicia.

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