Menú
José García Domínguez

La ETA habla; ZP calla

Así, tras regurgitar durante diez folios seguidos su tediosa letanía, los dos que van uniformados de boys scouts espetan súbitamente al que aparece en la foto caracterizado de periodista: "Ha llegado la hora de materializar los compromisos".

Diríase que sólo el editorialista de Gara ha tenido la paciencia militante de tragarse entero ese pleonasmo interminable que depusieron un par de voceras de la ETA ante su director. Pues, de otro modo, no se entendería que nadie más haya reparado en el mensaje urgente, en la única y perentoria advertencia que contenía la perorata. Ciento veintisiete veces repiten los loritos de las capuchas la palabra "proceso" durante la entrevista. Cincuenta y tres más vocalizan su otro mantra favorito: "el conflicto". Y en otras treinta y cuatro ocasiones recurren al sustantivo "agentes" para tampoco decir nada. Aunque si uno se tapa la nariz y da en hurgar dentro de ese pajar de retórica huera, al final, aparece la aguja oxidada.

Porque entre el bla bla bla sobre el proceso, el bla bla bla sobre el conflicto y el bla bla bla sobre los agentes, los etarras, como quien no quiere la cosa, dejan caer el pincho que habrá de reventar ese globo de colorines de la paz perpetúa zapateril. Así, tras regurgitar durante diez folios seguidos su tediosa letanía, los dos que van uniformados de boys scouts espetan súbitamente al que aparece en la foto caracterizado de periodista: "Ha llegado la hora de materializar los compromisos". Luego siguen con su rutinario rosario de los agentes, el proceso y el conflicto, y el proceso, el conflicto y los agentes. Pero ahí queda el aviso a navegantes: "Los pactos, Zapatero, se cumplen".

El Diablo recordándole al torpe aprendiz de brujo que a él no se le engaña como a un Carod Rovira cualquiera. Caronte explicándole a Fausto la biografía del mariscal Pétain. Pétain, aquel Zetapé francés que dialogó con Hitler. Pétain, el estadista más popular de toda la historia del país tras Napoleón. Pétain, el gobernante que mejor supo encarnar el anhelo de una vida tranquila, sin sobresaltos, sin responsabilidades y sin complicaciones; una existencia como la que entonces soñaba la mayoría de sus compatriotas. Pétain, el antihéroe al que todas las madres de Francia ofrecían a sus niños para que los ungiese con su bondad angelical. Pétain, aquel pobre hombre que también llegó a fantasear con la idea de que quizá nunca llegaría el momento de materializar los compromisos con el Diablo.

Satanás disfrazado de carnaval contándole a Fausto que aquella vez se apropió de Francia sólo por una única razón: porque los pactos se cumplen. Pedro Botero aclarándole al Pétain español que ya ha llegado la hora. La suya. Porque los pactos se cumplen: presos. Porque los pactos se cumplen: Navarra. Porque los pactos se cumplen: autodeterminación.

En España

    0
    comentarios