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EDITORIAL

Rendición verificada

Si algo se debía haber aprendido de tantas décadas de sufrimiento es que el Estado no debe jamás rebajarse a negociar con los terroristas otra cosa que las condiciones en que se efectuará una rendición sin contrapartidas.

En su discurso en Baracaldo, José Luis Rodríguez Zapatero habló de la "banda ETA". El adjetivo "terrorista" ha desaparecido del vocabulario del presidente, como si de un periodista de CNN o BBC se tratara. Confía quizá en que puede convencer a esa mitad de españoles que, según el CIS, no se cree que los etarras vayan a dejar las armas definitivamente y en que nadie se va a irritar por que el presidente del Gobierno de España utilice eufemismos similares a los que llevan años provocando el enfado de los ciudadanos de bien. Es de esperar que se equivoque en ambos extremos.

El anuncio del presidente no deja de ser un reconocimiento de una realidad que lo precedía en el tiempo. La negociación de los socialistas con el terror comenzó hace años. No sólo los boletines internos de la banda que Rubalcaba se ha encargado de ocultar lo explicitan; también el PSE lo ha reconocido. Este discurso sólo lo hace oficial, e incorpora a las instituciones del Estado a un proceso de rendición ante el chantaje del terrorismo separatista vasco en el que, hasta ahora, sólo habían participado negando tajantemente que lo hicieran.

Y como en toda negociación, el "alto el fuego permanente", pero condicionado a que se cumplan sus exigencias, no ha salido gratis. Las contrapartidas ya se han empezado a dar, incluyendo la inacción de la fiscalía o la legalización de Batasuna por medio de su franquicia PCTV. Zapatero necesitaba poder vender a la opinión pública su estrategia de rendición a plazos y esa ha sido la función de la tregua; permitir disfrazar la cesión a una banda terrorista de "proceso de paz". Por eso, la "verificación" ha pasado por alto el rearme en Francia, la extorsión a los empresarios navarros, el terrorismo callejero y las amenazas a antinacionalistas como Gotzone Mora. Aunque tenga como consecuencias prácticas negar el carácter de atentado al atentado contra el negocio del concejal del PP de Barañáin, negándole así las ayudas necesarias para salir adelante tras ser privado por los etarras de su modo de vida. Claro que bastante tiene con que no le envíen un Rodolfo Ruiz para detenerlo por oponer su ferretería al sacrosanto "proceso de paz".

La AVT ha reaccionado al anuncio de Zapatero con dignidad, despreciando el ridículo intento último de Zapatero de comprar su silencio con una mención en esa Constitución que el presidente se ha encargado ya de destruir. La oposición ha mostrado también, por boca de Acebes, su negativa a que España se someta al chantaje de ETA. Hay que confiar en que Rajoy estará a la altura del desafío; si incómodo es para el Gobierno tener en contra a buena parte de la opinión pública, liderada por el ejemplo de las víctimas, más lo será si tiene enfrente a un PP con su líder denunciando, con claridad, la jugada con la que Zapatero pretende ganarle las elecciones y el precio que nos quiere hace pagar a todos por ello.

Zapatero parecía creer que con la negociación de un Estatut para el País Vasco, el permiso a Batasuna para presentarse a las elecciones y el acercamiento de presos llegaría a las siguientes elecciones sin violencia terrorista y podría revalidar su mandato entre aclamaciones. Las consecuencias de esas cesiones no era un problema que le preocupara. Pero ni los españoles parecen demasiado subyugados por una tregua que no es tal ni ETA se conforma con lo que para los independentistas de extrema izquierda no son más que migajas. Los terroristas ya han aclarado donde tenían que hacerlo que lo quieren todo y lo quieren rápido. De ahí la huida hacia adelante que intenta hacer tragar una tregua que no existe y que pretende obtener por la vía rápida tanto un cambio en Navarra como el reconocimiento del "derecho a la autodeterminación" que, en condiciones normales, requerirían de años de intensa propaganda.

Si algo se debía haber aprendido de tantas décadas de sufrimiento es que el Estado no debe jamás rebajarse a negociar con los terroristas otra cosa que las condiciones en que se efectuará una rendición sin contrapartidas. Pero a Zapatero nada le importa salvo el poder; si la memoria, la dignidad y la justicia han de ser dejadas de lado, que así sea.

En España

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