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EDITORIAL

Zapatero verifica que tiene que pagar

Cualquier gobierno decente daría por verificada la evidente y confesa disposición chantajista de ETA, y reconocería, de una vez por todas, que los terroristas no necesitan dialogar con nadie si de verdad tuvieran como único objetivo su disolución.

A Zapatero le hubiera gustado tomárselo con calma, después de lo que ya ha adelantado por la tregua. Pero ETA ha dejado claro, desde el primer momento, que el "alto el fuego" es para cobrar, no para estar de brazos cruzados. Por mucho que los negociadores del gobierno del 14-M insistieran en el calificativo de "permanente", ETA dejó patente, en ese mismo comunicado, que los objetivos del "alto el fuego" no eran otros que los "soberanistas" de siempre. En este sentido, y para que nadie creyera "irreversible" o "incondicional" semejante iniciativa, tanto los etarras como sus representantes batasunos, han salido nueva e infatigablemente a la palestra para dejar claro algo que sólo desde la complicidad se puede negar que sea un chantaje. O desde la estupidez o desde el síndrome de Estocolmo, al que tan sensibles son las élites políticas y mediáticas de nuestro país.

En el caso de Zapatero, su cómplice e interesada ceguera voluntaria es todavía más evidente si tenemos en cuenta la constancia pública –no silenciada en Francia– sobre la frenética actividad de rearme de ETA, la permanente extorsión a los empresarios o los atentados de "baja intensidad" que el gobierno español no puede condenar, pues hacerlo exige reconocer que forman parte de esa realidad que se quiere ocultar.

Entiéndasenos bien: A los etarras no les importa las mentiras del gobierno de Zapatero si se pronuncian con el objetivo de anestesiar a la opinión pública española y endulzar el pago político que los terroristas esperan cobrar. Lo que les preocupa a los etarras –y de ahí su insistencia– es que el ejecutivo no esté ya dispuesto a pagar en su totalidad el precio "tenga el alcance que tenga", como dijo Zapatero.

De ahí que Otegi, este mismo viernes, volviera a dejar claro que "lo que hace irreversible el alto el fuego es la autodeterminación". ¿Cuántas veces, desde lo que va de tregua, nos han dicho los etarras y sus representantes que "una cosa es el alto el fuego y otra cosa la paz"?

Cualquier gobierno decente daría por verificada la evidente y confesa disposición chantajista de ETA, y reconocería, de una vez por todas, que los terroristas no necesitan dialogar con nadie si de verdad tuvieran como único objetivo su disolución. Pero el de Zapatero ya es rehén de sus compañeros de viaje y de las esperanzas que ha excitado en la organización terrorista. Verificadas las acuciantes e intactas exigencias etarras, el gobierno del 14-M no puede correr el riesgo de que los terroristas demuestren, antes de las elecciones, hasta qué punto es reversible esta farsa llamada "proceso de paz". Tiene que seguir el guión de lo pactado y hacer, por lo menos, algún avance hacia el soberanismo en el marco jurídico-político del País Vasco. Tiene que seguir pagando y mintiendo.

No nos extrañe, pues, que el profesor Reinares –experto antiterrorista– haya puesto, por fin, punto final a la incongruencia que suponía su obra académica con su permanencia en el Ministerio del Interior de este gobierno. No nos extrañe que Rubalcaba haga todo lo posible por que la policía no desvele la verdadera disposición de ETA sobre la que tanto miente este gobierno. Entre otras cosas, Rubalcaba tiene que evitar que la policía detenga a los terroristas con los que se tiene que "dialogar". No nos extrañe tampoco que se trate de neutralizar al PP para que no brinde apoyo a las victimas. Estamos, simplemente, ante un gobierno que, con tal de ganar las elecciones, no tuvo reparo moral en hacer, con luz y taquígrafos, el juego a los terroristas del 11-M. Lo hizo con la excusa de que eran galgos como si eso fuera un eximente, como si eso no fuera, en realidad, un infame incentivo para hacerle el juego también a los podencos.

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