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EDITORIAL

Titiriteros viles y serviles

Con semejante gente de progreso sólo cabe avanzar hacia el pasado más infecto, al "¡Vivan las caenas!" con que los aduladores del Rey Felón saludaban la demolición de esa primera casa de las libertades de la España moderna, la Constitución de 1812

Hasta treinta figurantas de las del No a la Guerra contra Sadam, exterminador de kurdos y chiitas, se han concentrado este miércoles ante el Parlamento para ofrecer rosas blancas a los que quieran darse la mano con quienes las tienen manchadas de rojo sangre. Sí, son ellas, las mismas que jamás han estado, aunque se las esperara, en un entierro, un funeral, un homenaje a las víctimas del terrorismo etarra. Sí, son ellas, las cobardes paniaguadas.

Otro que se retrata es Boris Izaguirre. Este valeroso campeón de las libertades allá donde se asienta, ya sea España o Venezuela, ha acusado al PP de ser "muchísimo más antidemocrático" que la "banda armada". "Si ellos no quieren participar, pues claro, le están dando razones a ETA", ha evacuado en la SER, con su habitual desparpajo y como si fuera un loro amaestrado por las bestias pardas de pasamontaña y chapela. Y no ha hablado de "socialización del sufrimiento", como estipula lo batasunamente correcto, porque no le ha dado tiempo con sus interrupciones Gemma Nierga.

Con semejante gente de progreso sólo cabe avanzar hacia el pasado más infecto, al "¡Vivan las caenas!" con que los aduladores del Rey Felón, Fernando VII, saludaban la demolición de esa primera casa de las libertades de la España moderna, la Constitución de 1812.

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