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Antonio José Chinchetru

Censura sin censores

No sirve protestar contra la represión si no se dice quién es el represor. Esto último no es más que un ejercicio autocomplaciente para limpiar la conciencia de una organización sin tener que mojarse. Justo lo que hace Amnistía Internacional.

La censura es una de las prácticas atentatorias contra los derechos humanos más extendidas en la Red. Amnistía Internacional ha puesto en marcha una campaña mundial para denunciarlo, algo que debemos agradecer. Sin embargo la protesta pierde fuerza en el momento que se visita  Irrepressible.info, la web de la campaña, puesto que pareciera que estamos ante una censura sin censores.

Los que ejercen la censura y otras formas incluso peores de recortar o anular la libertad de expresión en la Red, como prohibir el acceso a la misma a los ciudadanos o encarcelar a quien dice algo que no agrada al dictador de turno, son gobiernos concretos. Cualquier campaña de denuncia debe señalar a los culpables, en caso contrario no tiene valor alguno. No sirve protestar contra la represión si no se dice quién es el represor. Esto último no es más que un ejercicio autocomplaciente para limpiar la conciencia de los dirigentes y miembros de una organización sin tener que mojarse. Justo lo que hace Amnistía Internacional.

Los censores, los enemigos de la libertad en Internet son dictadores y sistemas autoritarios o totalitarios concretos. Tienen nombres como Fidel Castro o Partido Comunista Chino. Gobiernan en países como Arabia Saudí, Egipto, Siria, Vietnam o Corea del Norte. Ninguno de ellos existe para Amnistía Internacional. Bueno sí, hay un solo caso que cita, el de China. Y lo hacen para poner el dedo acusador sobre Yahoo, cuyo comportamiento en el gigante asiático es totalmente reprochable. No es que sea malo poner el dedo acusador sobre una compañía privada que colabora en la represión de los derechos civiles, muy al contrario. Lo malo es sólo señalar a esta compañía y olvidar a todos los regímenes políticos represivos.

El propio manifiesto de la campaña es la máxima expresión del deseo de no mojarse y evitar denunciar a dictaduras concretas. Tras un flojo y previsible párrafo en el que se proclama la creencia que tienen los firmantes en el derecho a la libertad de expresión, viene la parte "dura", a saber: "Llamo a los gobiernos a que paren la restricción sin garantías de la libertad de expresión en Internet – y a las compañías a que dejen de ayudarles en ello". Tras leer algo así, los represores chinos, cubanos, tunecinos y de cualquier otra nacionalidad pueden estar tranquilos. Saben que su imagen fuera del país no corre peligro. No se les acusa de nada.

Estas campañas no sirven de nada a los millones de seres humanos que sufren la censura on line, o que si no la vives es porque el tirano de turno directamente les prohíbe conectarse a la Red. No se les ayuda. No supone ninguna esperanza para esa gran parte de la humanidad cuyos miembros más visibles son algunos como Guillermo Fariñas (cuya huelga de hambre para exigir que los cubanos puedan conectarse a Internet sin necesitar un permiso especial de la dictadura se alarga ya cuatro meses) o el egipcio Alaa. Para ayudarles debe apuntarse claramente a aquellos que les reprimen.

Ante la denuncia de una censura sin censores, no pienso participar. Es más, denuncio la cobardía de los denunciantes. Si quieren contar conmigo, que acusen a los culpables y muestren su apoyo a las víctimas.

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