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Ignacio Villa

Un Gobierno sin principios y en descomposición

Zapatero ha quemado todos los barcos, pero los barcos no son suyos. Están construidos por todos los españoles, con dolor, con sangre, con victimas y con renuncias que, gracias a este presidente que nos ha tocado sufrir, pueden convertirse en sacrificios i

"No quedan calificativos" es una frase que el Gobierno de Zapatero va a conseguir desgastar por exceso de uso. Zapatero preside un Gobierno con una imagen lastimosa, desvencijado, rendido ante el terrorismo; un Gobierno que ha olvidado cómo hablar en el idioma de los demócratas y ha optado por hacer propio el lenguaje empleado por los proetarras. Estamos donde estamos gracias a un Gobierno cobarde que está aceptando las reglas impuestas por el terrorismo, en un pulso que Zapatero ya da por perdido. Simplemente ha bajado sumiso la cabeza ante la banda terrorista ETA.

De todas formas, en esta dinámica de locura en la que estamos inmersos, lo más preocupante –y que además tiene difícil solución– es la pérdida de principios por parte del Gobierno y del PSOE. Zapatero se ha parapetado detrás de un proceso cuya traducción real es una pérdida total e irrecuperable del norte político, de unas normas de actuación y unos mínimos democráticos que, desgraciadamente, van camino ya de formar parte únicamente del pasado. Cuando uno renuncia a los principios, se emprende un camino sin retorno.

El presidente del Gobierno, además de firmar la rendición, ha incinerado en la pira pública todos los principios básicos de libertad, democracia y sentido común. Zapatero ha quemado todos los barcos, pero los barcos no son suyos. Están construidos por todos los españoles, con dolor, con sangre, con victimas y con renuncias que, gracias a este presidente que nos ha tocado sufrir, pueden convertirse en sacrificios inútiles.

La señal más clara de esta actitud lamentable del Gobierno es que ha convertido a los que defienden los principios democráticos de siempre frente al terrorismo en los malos de la película. Un presidente del Gobierno que desprecia como ha despreciado Zapatero a las víctimas del terrorismo, no provoca extrañeza alguna cuando muestra su excelente sintonía con los terroristas. Pero lo peor está por llegar. Cuando un Gobierno llega tan lejos, se puede esperar cualquier cosa.

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