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Juan Manuel Rodríguez

Cuarenta años esperando un inicio como éste

¡Mira que si España ganara este Mundial!... Danke, señora. Danke, caballero. Que sí, que sí, que yo también soy español... Y el pichichi del Mundial ha nacido en Langreo

En Argentina 78 empezamos perdiendo con Austria por dos goles a uno. En España 82 empatamos a uno con Honduras, una auténtica "perita en dulce". En México 86 perdimos por 1-0 ante Brasil en aquel famoso partido del gol de Míchel que no fue concedido por un árbitro australiano (¡pero si en Australia no juegan al fútbol!) de cuyo nombre no me da la gana acordarme. En Italia 90 empatamos a cero con Uruguay. En Estados Unidos 94 empatamos a dos con Corea. En Francia 98 perdimos por 3-2 con Nigeria. Y en Corea 2002 ganamos por 3-1 a Eslovenia. Nunca, desde el año 1978, España había arrancado tan bien un Mundial como en esta ocasión. Teniendo en cuenta que la selección nacional no consiguió clasificarse para los Mundiales de 1970 y 1974, podríamos decir perfectamente que España llevaba cuarenta años sin jugar con tanta solvencia el partido inaugural de un Mundial.
 
Recorro el Centro Internacional de Prensa y todo el mundo me felicita. Soy español, sí señor; soy compatriota de David Villa, el goleador del Mundial. La cara del "007" asturiano aparece en todos y cada uno de los monitores de plasma distribuidos estratégicamente por el IBC. Soy de España. Soy paisano de Sergio Ramos, Xavi y Raúl. Empiezo a hincarle el diente a mi "grilled neck of pork", algo que un cocinero alemán-alemán, un hombre de naturaleza ciertamente optimista y gesto y acento militares, trata de venderme como un filete de cerdo, pero una periodista italiana de la RAI que conocí en la Eurocopa de Portugal se acerca a darme la enhorabuena. "Felicidades, mua, mua"... Entonces me entran unas ganas locas de empezar a gritar a los cuatro vientos aquello de "¡sí, sí, sí, nos vamos a Berlín!", aunque consigo contenerme a duras penas.
 
Llevamos doce largos días encerrados en esta espectacular jaula de cristal para periodistas que inauguró en su día el kaiser Franz Beckenbauer, pero el estrés y los paseos por el patio han merecido la pena. Ni siquiera mis compañeros más veteranos (por ejemplo, mi tocayo Gozalo de Radio Nacional de España, la inconfundible e insustituible voz de Radiogaceta de los Deportes) recuerdan un inicio semejante a éste. El pasado 5 de junio se me ocurrió la idea de bautizar esta casita de madera que la Cadena COPE tiene arrendada en Múnich como "Módulo Victoria", y diez días después mi equipo ha vencido. ¡Mira que si España ganara este Mundial!... Danke, señora. Danke, caballero. Que sí, que sí, que yo también soy español... Y el pichichi del Mundial ha nacido en Langreo. El único milagro que no puede obrar el 4-0 es la transformación de este acartonado "grilled neck of pork" de mi amigo el cocinero alemán-alemán en un sabroso, sangrante y jugoso filete de lomo de buey de "La Chimenea" de mi amigo Vicente. A fin de cuentas, nadie es perfecto.

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