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EDITORIAL

Reaccionarios disfrazados de verde

Si no fuera por que constituyen una de las más graves amenazas para el desarrollo y el progreso de la humanidad, buena parte de los requerimientos del movimiento ecologista provocaría el sarcasmo

Si no fuera por que constituyen una de las más graves amenazas para el desarrollo y el progreso de la humanidad, buena parte de los requerimientos del movimiento ecologista provocarían el sarcasmo. Buen ejemplo de ello lo constituye la reaccionaria petición que hace unos meses hicieron diversos grupos ecologistas, que reclamaban al Gobierno regional de Madrid la paralización de obras de la M-501 en el caso de que unas heces encontradas en el entorno de esta carretera resultaran ser de lince. A semejante petición se sumaron –si no fueron ellos los que la instigaron– los partidos de la oposición, que vinieron a acusar a la presidenta de Madrid de poco menos que de insensibilidad ecológica.

Que a principios de siglo XXI se dé respetabilidad pública a quienes consideran incompatible la protección de especies en peligro de extinción –como efectivamente lo es el lince ibérico– con obras de las que tan necesitadas está Madrid para mejorar la accesibilidad, la disminución de la siniestralidad o el desarrollo económico de su entorno, es buena muestra de la instrumentalización política y del carácter letal que, para el progreso, tienen las pretensiones ecologistas.

Para colmo, ahora se ha descubierto que los famosos excrementos no pertenecen a ningún lince, sino al felis catus, es decir el gato común. Desde luego, los que tampoco han resultado ser unos "linces" han sido la oposición de izquierdas y los politizados grupos ecologistas que le sirven de comparsa.

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