Menú
Victor D. Hanson

Guantánamo como chivo expiatorio

Los norteamericanos están inmersos en una refriega con Irán en parte gracias a que los europeos –para los que los beneficios tienen preferencia sobre el idealismo– vendieron a la teocracia la tecnología necesaria para la bomba atómica.

Cuando el Presidente Bush llegó a Viena la semana pasada, los manifestantes portaban pancartas "El terrorista número uno del mundo" al tiempo de cantaban "Lucharemos, lucharemos contra Bush". Una encuesta Harris llevada a cabo con antelación a la visita del presidente revelaba que el público europeo piensa que Estados Unidos es una amenaza global mayor que Irán o Corea del Norte.

Aparentemente, nuestro centro de detención en la Bahía de Guantánamo es la herida abierta más reciente. ¿Cuándo, insisten los ministros europeos, clausurará Estados Unidos esta vergüenza para los valores occidentales progresistas propia de hombres de Neanderthal?

Esta furia europea, sin embargo, no parece basarse en pruebas de abusos norteamericanos sistemáticos. A pesar de la afirmación del Senador de Illinois Dick Durbin de que Guantánamo es comparable a los campos nazis, los pocos casos lamentables y aislados de los que se tiene constancia de privación del sueño y humillación no parecen peores que lo que leemos acerca de la mayor parte de las cárceles. Los alrededor de 450 presos que están aún allí –asesinos muchos de ellos– probablemente son tratados tan bien como los reclusos de Estados Unidos o de Europa.

Además, Guantánamo existe para llenar un vacío en una guerra post moderna no declarada y sin precedentes en la que hay pocas opciones buenas, en la que el enemigo no lleva uniforme, no respeta la Convención de Ginebra y no distingue a civiles de soldados.

Si Estados Unidos fuera a clausurar Guantánamo y enviara los detenidos de vuelta a sus países natales, algunos de los devueltos serían liberados y tratados como héroes para, a continuación, volver a la jihad global. Otros terroristas liberados, o eso gimotearían sin duda los europeos, serían ejecutados por los gobiernos autócratas de Oriente Medio en sus patrias, que tienen tanto miedo de los terroristas islámicos como nosotros.

De modo que, en vez de eso, ¿no deberíamos intentar juzgar a todos los detenidos de Guantánamo dentro de Estados Unidos?

No. Si hiciéramos eso estaríamos invitando a miles de abogados y defensores de oficio a argumentar, en representación de sus clientes, que no nos encontramos en una verdadera guerra, sino simplemente procesando a delincuentes comunes. A lo que seguirían numerosos juicios y apelaciones tan caros y dados a escenitas como el espectáculo tedioso de Zacarias Moussaoui, el denominado secuestrador nº 20. Y, al final, los europeos aún tendrían objeciones, puesto que Estados Unidos estaría exponiendo a extranjeros a probables penas de muerte.

El verdadero problema es que la Bahía de Guantánamo, al igual que el propio Bush, se ha convertido en un símbolo para los mediocres. Es un chivo expiatorio fácil a través del cual los europeos pueden airear sus enormes sentimientos de amor-odio hacía su protector y rival, la hiper-potencia que es Estados Unidos.

Se suponía que el pacifismo de la Unión Europea iba a ser el modelo post-Guerra Fría de razón progresista para el resto del mundo. En lugar de eso, los fascistas islámicos o bien han ignorado la defensa de los derechos humanos de Europa, o la consideraron señal de una debilidad a explotar. Una Unión Europea impotente está avergonzada y necesita objetivos fáciles como Guantánamo para alejar la atención de su pasada ingenuidad sobre los peligros del fascismo islámico.

Al atacar a Estados Unidos a traición con motivo de Guantánamo, los europeos aparecen como gente dura y superior moralmente, al tiempo que omiten los verdaderos peligros para los que carecen por completo de soluciones, como musulmanes furiosos sin asimilar, daneses y holandeses bajo los ataques de censores islámicos fundamentalistas y una indefensa Europa pronto dentro del alcance de los misiles de cabeza nuclear del presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad.

Observe también que Estados Unidos ha permanecido bastante en silencio a propósito de los propios lapsos éticos de Europa en esta guerra. Los norteamericanos están inmersos en una refriega con Irán en parte gracias a que los europeos –para los que los beneficios tienen preferencia sobre el idealismo– vendieron a la teocracia la tecnología necesaria para la bomba atómica. Nada nuevo: Sadam compró en tiempos su reactor nuclear a los franceses y sus búnkeres a prueba de bomba a los alemanes.

También oímos hablar mucho sobre los tres suicidas de Guantánamo, pero no escuchamos casi nada acerca de la muerte aún sin explicar de Slobodan Milosevic mientras estaba encarcelado en Europa. ¿Cuándo fue la última vez que los norteamericanos echaron la bronca a los alemanes porque Mohammed Atta conspirase en su país para asesinar a miles de compatriotas?

¿Hemos olvidado que Ahmed Omar Sheikh, el asesino del periodista del Wall Street Journal Daniel Pearl, y Richard Reid, el presunto suicida del zapato, estaban perfectamente integrados en la comunidad islámica fundamentalista que vibra en Londres? ¿Y qué hay de Abú Hamza al-Masri, que conspiraba contra Estados Unidos –en busca y captura de las autoridades norteamericanas bajo cargos de intentar establecer un campo de entrenamiento terrorista en Oregón– desde su santuario en una mezquita londinense?

Pero si la Torre Eiffel se derrumbase a causa de un terrorista suicida jihadista que hubiera reunido a su equipo en Los Ángeles o Miami, o si un misil iraní sobrevuela la Puerta de Brandenburgo, se puede contar con que los europeos abandonarán las presentes críticas al "gulag" de Guantánamo y empezarán a susurrar sobre la necesidad de más centros de detención norteamericanos de terroristas, métodos clásicos de disuasión y su propio sistema balístico de defensa.

Pero hasta que el mundo de fantasía de los europeos se haga pedazos por completo, seguiremos escuchando esos incesantes gritos contra la barbarie norteamericana. Todo ese escándalo dice mucho más sobre ellos que sobre nosotros.

En Internacional

    0
    comentarios