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Amando de Miguel

Satisfacción del ego

Cierto es que el dinero puede ser un medidor del éxito, y por eso satisface, pero el móvil económico no explica la mayor parte de las conductas humanas, incluidas las de los empresarios.

Alberto Clavería Ibáñez (Barcelona) me echa en cara mi dedicación a esta seccioncilla libertaria: "De joven obtuvo una cátedra del tema que dominaba. Pero en su madurez se dedicó a cuidar de un consultorio lingüístico y etimológico de y para aficionados. Una lástima, don Amando". Vamos a cuentas. ¿Qué tiene de malo comunicarme públicamente con las personas amantes del idioma español? No hacemos mal a nadie y logramos una gran fruición intelectual o anímica. Me maravilla que haya tantas personas dispuestas a decirme cómo tengo que hacer uso del intelecto. Naturalmente, no me dedico solo a este rincón de las palabras. Hay otros menesteres que me satisfacen: clases, conferencias, tertulias, artículos y libros de ensayo, investigaciones sociológicas, novelas. Todas esas dedicaciones confluyen en el interés por conocer la sociedad española. De esa forma todas ellas son productivas. Bien es verdad que a esta de dialogar con los libertarios le dedico más tiempo que a ninguna otra. Por otra parte, el próximo año me jubilarán de mi cátedra, mas no por eso voy a dejar de leer, escribir y pensar. Lo siento si esa vocación por el conocimiento le produce lástima a don Alberto. El misterio continúa: ¿A qué santo viene entonces lo de molestarse en enviarme una emilia para argüir que no debo dedicarme a esta seccioncilla?

Me escribe un libertario de forma anónima insultándome a placer con el peregrino argumento de que todo lo hago por "la podrida fragancia de los billetes de 500 euros". Cierto es que el dinero puede ser un medidor del éxito, y por eso satisface, pero el móvil económico no explica la mayor parte de las conductas humanas, incluidas las de los empresarios. Sostiene mi anónimo y cobarde comunicante que me equivoco al intentar merecer para mi eventual ingreso en la Real Academia, pues se trata de un puesto no remunerado. ¿En qué quedamos, entonces? ¿Me muevo fundamentalmente por dinero o no? Termina mi emboscado comunicante con una maravillosa expresión de la envidia española: "Me alegro de que lo echaran de Cataluña". Pues de Madrid al Cielo, como decía el castizo.

Gonzalo Díaz Granda (Valencia) opina que "la tertulia [esta seccioncilla] es sobre lengua y cuestiones lingüísticas, pero con asiduidad mea fuera del tiesto. Dejemos la política para otra sección". Qué pesadez. Vamos a ver, ¿quién tiene autoridad para decidir de qué tenemos que tertuliar aquí? Yo simplemente comento las emilias de los libertarios. No tengo la culpa de que tantas veces se refieran a cuestiones políticas. Se podrá comprobar que las discusiones de política se manifiestan muchas veces a través del distinto significado que se da a las palabras. La lengua fue siempre compañera del imperio, como dijo el de Salamanca en memorable sentencia, muy política, por cierto. En resumidas cuentas. Agradezco la crítica de don Gonzalo, pero seguiré escribiendo de lo que me pete en cada momento, sobre todo si responde a los estímulos de los libertarios avisados. LD será el último medio escrito o ambarino (ámbar = elektron en griego) donde se acepte la censura.

Rafael Pina me pide la lista de mis libros "con mención de la casa editorial y dar alguna información de dónde se pueden adquirir". Son 120 títulos, así que sería presuntuoso dar la lista entera. Casi todos están agotados o fuera de circulación. Me limito a dar los últimos títulos, que están vivos en el mercado:

  • Hacían una pareja estupenda… (El Cobre) (novela)
  • Nuestro mundo no es de este reino (Algaida) (novela)
  • Entre dos siglos (Gota a gota) (ensayo)
  • Sociología del Quijote (CIS) (ensayo)
  • Los españoles y la religión (Random House Mondadori) (ensayo)
  • La lengua viva (La Esfera de los libros) (ensayo)
  • Secuestro prolongado (Biblioteca Nueva) (novela)
  • La gran transformación de la sociedad española (Editora Regional de Murcia) (ensayo)
Don Rafael vive en otro continente y le resulta difícil adquirir los libros españoles. Ignoro los recursos de la distribución editorial, pero supongo que, a través de una buena librería, siempre se puede hacer el correspondiente pedido. En último término se puede apelar a la biblioteca pública más cercana. Bastaría que en el mundo hispánico funcionaran medianamente 10.000 bibliotecas públicas para que fuera creativo y rentable el negocio editorial. No es mucho pedir.

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