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EDITORIAL

Queremos saber quién ha sido

Estamos ante un caso gravísimo y muy concreto que ya es susceptible de provocar responsabilidades políticas a este gobierno, al margen de las penales que afecten a los implicados.

No sabemos sus nombres. Pero desde hace una semana sabemos, gracias a una explosiva como fugaz información del diario El Mundo, que o bien ETA tiene al menos dos infiltrados en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado o, lo que es peor, dos agentes policiales como mínimo, motu propio o siguiendo órdenes de sus superiores, han decidido colaborar con la banda armada, alertando a los responsables de su red de extorsión que estaban siendo seguidos y controlados por orden judicial.
 
El lógico “estupor” que manifestaba el editorialista de El Mundo ante semejante noticia es equiparable al que nos provoca el escaso por no decir nulo eco mediático y político que, desde entonces, ha provocado la noticia, incluyendo al diario que la destapó, que no ha vuelto a subrayar ni a tratar editorialmente un asunto de tan gravísima envergadura.
 
En cualquier caso, y aunque sea con el perfil bajo y con el retraso que caracteriza a Rajoy respecto a todo lo que tenga que ver con la farsa del “proceso de paz“, el líder del PP, al menos, ha sacado este jueves el asunto a colación al señalar que “ningún ciudadano normal puede estar tranquilo cuando al jefe de la lucha antiterrorista lo separa el juez de una investigación”.
 
Señor Rajoy: millones de ciudadanos “normales” están tan tranquilos porque simplemente no tienen ni idea que el juez Grande Marlaska haya apartado al comisario general de Información, Telesforo Rubio, de su investigación, ni tampoco saben que dos policías alertaron a los recaudadores de ETA de que estaban siendo controlados. Y no lo saben, entre otras cosas, señor Rajoy, porque usted no ha liderado hasta ahora la protesta y denuncia política. Estamos ante un caso gravísimo y muy concreto que ya es susceptible de provocar responsabilidades políticas a este Gobierno, al margen de las penales que afecten a los implicados.
 
No vamos a negar nosotros, como todo el mundo comprenderá, ni los efectos del verano ni el “invierno mediático” al que está sometida la derecha, pero eso no es excusa todo lo contrario para que todos lo combatamos con la solemnidad y la firmeza que merece, empezando por la persona que está al frente del principal y único partido de la oposición. Si la oposición mediática a este indigno Gobierno espera a que sea la oposición política la que lidere la denuncia, y por su parte, el Partido Popular espera a que sean los medios afines los que den el primer paso, la generalizada y absoluta intranquilidad que merece provocar este Gobierno esperará tanto como aquel que decidió no meterse en el agua hasta haber aprendido a nadar.

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