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Juan Carlos Girauta

La sombra de una duda

El PSOE alcanzará el nadir de la infamia si acaba descubriéndose que en 2004 operó directa o indirectamente un GAL para devolverlos al poder.

La presencia de dirigentes socialistas reventando un acto de Rajoy en Zamora trae algunos sombríos recuerdos. Recuerdos de una jornada de reflexión meticulosamente inflamada de odio, incendiada desde medios fácilmente reconocibles. No se sabe de consecuencia alguna para los izquierdistas con cargo que fueron identificados en el asalto a las sedes del PP, aquella vergüenza, aquel golpe de canalización del dolor. Rubalcaba es doctor en Ciencias Químicas, pero se merece el título de ingeniero de canales y puertos por su destreza para canalizar. De canalizar el sufrimiento y las emociones desbordadas (¡qué asombrosa sincronía, qué armoniosa polifonía vocal!) a canalizar los turbulentos flujos de información del Ministerio del Interior, que es lo que ahora mismo tiene más peligro.

Nada resulta tan sospechoso como la pauta desinformativa seguida por el PSOE desde el mismo instante en que llegó al poder: obstrucción sistemática a las investigaciones de la comisión del 11-M, promoción de funcionarios relacionados con actos y decisiones que resultan, cuando menos, inexplicables (si uno trata de explicárselos, se topa con la pesadilla), insistencia en que ya se sabe básicamente lo que sucedió, aquiescencia o aval a las falsedades y trampas con las que mandos bajo su cargo han desorientado al juez instructor, presiones de la fiscalía para que se celebre el juicio cuanto antes. Mientras la opinión pública va conociendo nuevas incoherencias, más pruebas falsas o contaminadas, para Conde Pumpido todo está "bastante clarificado".

La anterior etapa de gobierno socialista se vio enfangada por el terrorismo de gobierno. No está claro si el felipismo montó, propició, consintió y tapó el GAL porque para matar a algunos había que robar o porque para robar a todos había que matar. El PSOE alcanzará el nadir de la infamia si acaba descubriéndose que en 2004 operó directa o indirectamente un GAL para devolverlos al poder.

Los años, las investigaciones de la prensa libre, el coraje de unos pocos y la lógica procesal acabaron por poner a cada cual en su sitio, y esta vez volverá a ocurrir lo mismo: sea cual sea la verdad, acabará sabiéndose. Si el PSOE no tiene nada que ocultar, nos felicitaremos, pues lo contrario abocaría a una crisis sin precedentes. Persiste una duda que no hay modo de eludir: si no tienen nada de que arrepentirse, ¿por qué se abrazan a funcionarios sospechosos y, en el mejor de los casos, calamitosamente incompetentes? ¿Por qué ligan su credibilidad –y, en definitiva, su futuro– a la de ellos? ¿A qué tanta prisa en dar carpetazo? No contesten ahora; contesten si quieren después de su propaganda.Los peones negrosy la verdad tienen paciencia.

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