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Emilio J. González

¡Gracias, Zapatero!

El organismo que preside Maite Costa no ha tenido más remedio que dar luz verde a la OPA de E.On porque se enfrentaba a toda la presión ejercida tanto por el Gobierno alemán como por la propia Comisión Europea

El dictamen de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) acerca de la OPA sobre Endesa presentada por la eléctrica alemana E.On ha puesto de relieve la auténtica gravedad del problema que ha creado Zapatero al sector energético español y a los intereses de España.
 
De entrada, la CNE se ha dejado toda su credibilidad en todo este asunto. El organismo que preside Maite Costa no ha tenido más remedio que dar luz verde a la OPA de E.On porque se enfrentaba a toda la presión ejercida tanto por el Gobierno alemán como por la propia Comisión Europea, ya que cualquier intento de veto iría en contra de las disposiciones de los Tratados de la Unión Europea acerca de la libre circulación de capitales y la libre instalación de empresas. Por tanto, la CNE se enfrentaba a la posibilidad de una intervención por parte de las autoridades comunitarias y no ha tenido más remedio que ceder, pese a que Zapatero insistió hasta el último momento, en público y en privado, en que se vetase la operación. Pero el plácet de la CNE arregla pocas cosas porque es un sí condicionado de forma absurda e injustificable que abre las puertas a nuevos problemas con Europa, como pone de manifiesto el desacuerdo total expresado por E.On respecto a las condiciones impuestas por la CNE y la posibilidad de que presente un recurso contra ellas.
 
Lo único que tiene lógica de todo lo dicho por la CNE es que el abastecimiento energético de Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla es una cuestión estratégica, de interés nacional, debido a la escasa o nula rentabilidad del mismo. Es, por tanto, una cuestión de servicio público que hay que respetar y por ello obligará a E.On a desprenderse de esos activos, cosa que, sin duda, a E.On le importará poco. Lo que sí les importa a los alemanes es la obligación de tener que desprenderse de la central nuclear "Asco I" para vendérsela a terceros, así como de ceder la gestión de las demás centrales nucleares en las que Endesa tiene participación a empresas españolas. Esto es inadmisible desde el punto de vista comunitario porque vulnera un derecho tan fundamental como es el derecho de propiedad, porque vulnera los Tratados de la UE y porque E.On tiene una experiencia acreditada en la gestión de centrales nucleares dentro y fuera de Alemania, por ejemplo en Suecia. Con este precedente, la posición de la CNE, inspirada por el Gobierno español, que considera que las centrales nucleares son activos estratégicos, es insostenible frente a la Comisión Europea, que puede y tiene mucho que decir al respecto, sobre todo si E.On recurre esta decisión.
 
Precisamente aquí empieza la gravedad de lo que ha hecho el Gobierno. Es cierto que las centrales nucleares pueden ser activos estratégicos, pero si tienen estas características, ¿por qué el Gobierno de Zapatero ha puesto en peligro a todo el sector energético español a cuenta de sus maniobras para entregar Endesa a Gas Natural, es decir, al nacionalismo catalán, de la forma tan burda en que pretendía hacerlo? Hoy la CNE dice que esos activos nucleares tendrán que gestionarlos empresas españolas, pero la última palabra todavía está por decirse, y esa está en la Comisión Europea y en el Tribunal Europeo de Justicia, no en España, y puede resultar en que, al final, las nucleares terminen siendo propiedad de E.On y gestionadas por ella.
 
El segundo punto de gravedad es lo que significa que Endesa termine en manos alemanas. Endesa es una de las mayores multinacionales españolas, con una presencia muy fuerte y consolidada en Latinoamérica donde, además de obtener beneficios para sus accionistas, sirve de mecanismo de influencia de España sobre la zona. Esa influencia ahora se va a perder si los accionistas de Endesa aceptan la OPA de E.On, así es que lo que tanto costó construir ahora se va a tirar por la ventana a cuenta de las burdas maniobras de Zapatero y los suyos para dar a los nacionalistas catalanes, poco menos que gratis, una empresa eléctrica, lo que constituye toda una responsabilidad.
 
Luego viene la cuestión de los activos que tendrá que vender E.On. Según el dictamen de la CNE, esos activos tendrán que venderse a empresas españolas, lo que puede abrir un nuevo frente con la Comisión Europa porque es una condición que va en contra del derecho comunitario. Una cosa es que se impida que empresas con participación pública, como la italiana Enel o la francesa EdF, se hagan con esos activos, algo del todo punto lógico porque sería algo así como renacionalizarlos y transferirlos a Gobiernos extranjeros, y otra cosa muy distinta es que se impida su adquisición a empresas europeas cien por cien privadas. Si el Gobierno trata de hacer esto, posiblemente los problemas con Bruselas están servidos.
 
¿Quién gana y quién pierde, en estos momentos, con el dictamen de la CNE? Por mucho que se queje, de entrada, E.On gana porque entra en Latinoamérica hasta la cocina, penetra en el mercado francés a través de la participación de Endesa en Snet y consolida su posición en Italia con los activos que Endesa tiene allí. Gana también Iberdrola porque sale como empresa eléctrica líder en España, porque podrá hacerse con centrales térmicas de carbón que necesita para mejorar su estructura de generación de electricidad y porque al Gobierno no le queda más remedio que fortalecer a Iberdrola para evitar que pueda ser víctima de una OPA por parte de otra empresa extranjera. Y gana Unión Fenosa porque podrá crecer a costa de las desinversiones que la CNE impone a E.On.
 
Quien ha salido trasquilada de todo este asunto ha sido Gas Natural. La gasista controlada por La Caixa, de entrada, ha visto como sus pretensiones de crecer en el sector eléctrico se han ido por el desagüe después de cómo han actuado tanto ella como el Gobierno en la OPA sobre Endesa. Hoy, sin duda, Gas Natural lamentará no haber hecho mejor las cosas, no haber ofrecido a los accionistas el precio que de verdad vale Endesa y haberse apoyado en el Gobierno para tratar de hacerse con la eléctrica a través de maniobras más que criticables. Gas Natural, además, se ha dejado mucho en el envite, sobre todo en términos de prestigio de la compañía y de quienes, en su ámbito, inspiraron la operación.
 
Entre los perdedores también se encuentran Zapatero y el presidente de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, Miguel Sebastián. Zapatero no se ha salido con la suya y, en todo este asunto, ha sido derrotado por la Comisión Europea y por la canciller alemana, Angela Merkel, que ha sabido defender con éxito los intereses y la posición de E.On. Y Sebastián, otro de los inspiradores de la OPA de Gas Natural, porque, al final, ha visto como el vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes, impuso en parte sus tesis de intervencionismo mínimo, frente a las de Sebastián de dar Endesa a Gas Natural a toda costa y a cualquier precio.
 
Pero, sobre todo, quien pierde es España porque una de sus principales multinacionales pasa a manos extranjeras por culpa del Gobierno, porque en el proceso de OPAs se ha perdido la credibilidad de instituciones como la CNE, el Tribunal de Defensa de la Competencia y la Comisión Nacional del Mercado de Valores, porque la irresponsabilidad de Zapatero ha puesto a todo el sector energético español en el disparadero y porque, en todo este asunto, el país ha dado una imagen  más que lamentable. ¡Gracias, Zapatero!

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