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Amando de Miguel

Arcaísmos

Otro que suele decirse es aquello de "ir a cien por hora", porque ya ha perdido la referencia de ser una velocidad desmesurada.

Javier Aymerich Bartolomé se apunta a la cruzadilla de recuperar arcaísmos, como el que yo propongo de felón, el que comete traiciones o deslealtades. Como ejemplo de manifiesta felonía, don Javier apunta a la conducta del Gobierno respecto a la Asociación Víctimas del Terrorismo o la Constitución.

Claudio Verdú Egea (murciano de origen) remacha lo que ya hemos comentado sobre algunos arcaísmos, por ejemplo, "fundirse los plomos", que no eran de plomo sino de cobre. Añade lo del "capazo" donde se llevaban a los niños pequeños, los bebés. Ya no hay capazos para ese menester. Don Claudio añora el antiguo verbo de repostar, sustituido por el circunloquio de "echar gasolina". Arguye don Claudio que quedaría muy bonito el palíndromo de "repuse súper". Igualmente se lamenta don Claudio de la sustitución de los trajinantes por los actuales "mensajeros".

Agustín Fuentes responde con gracia a mi invitación de rescatar algunas palabras y expresiones olvidadas. Copio su documentadísima relación nostálgica:

Un arcaísmo: "el que se mueve no sale en la foto"; ahora tiene un significado sobreentendido que está claro pero, su origen técnico, ya no tiene sentido con las actuales máquinas fotográficas provistas de autoenfoque y, las más completas, de autoenfoque continuo, ajustes automáticos de velocidad y diafragma, y los demás etcéteras que le son propios.

Otro que suele decirse es aquello de "ir a cien por hora", porque ya ha perdido la referencia de ser una velocidad desmesurada.

Tampoco tiene sentido ya lo de "caer chuzos de punta", ya no hay serenos que lleven chuzos, ni siquiera creo que hayan chuzos y, si volvieran los serenos, tampoco llevarían este singular admináculo.

También lo de "mezclar/confundir las churras con las merinas", aparte de la lógica que para el ganadero siga teniendo, parece poco actual. Dudo que sepa alguien cual es la diferencia entre una u otra, suponiendo que sepan que se habla de ovejas.

"Metidos en harina" también ha perdido fuerza. Recuerdo a los obradores de niño, con los sacos de harina apilados y, los panaderos, blancos de arriba abajo.

"Estar en un buen fregado" tenía su miga cuando se fregaba el suelo de rodillas y con trapo. Ahora, como en el caso anterior, tiene menos fuerza. Por cierto, que había unos trapos de cocina que se llamaban "rodillas", supongo que porque se ponían en las rodillas para fregar.

"Ser más basto que el paño de Astudillo" o "el buen paño en el arca se vende" también tiene aromas antiguos porque, el paño de Astudillo, yo no lo he visto nunca y creo que a cualquier cliente joven de las tiendas de moda le resultaría imposible imaginar la compra de paños que se hacía antes en las pañerías, que los había de ancho normal y doble ancho.

Me suenan también arcaicos: "Dar un aldabonazo", para indicar un suceso importante, porque ya no hay aldabones; "como puta por rastrojo", aunque se use de vez en cuando, porque no creo que haya hoy mucha gente que haya andado por rastrojo, o que sepan lo que es como habitual. Tampoco se oye ya mucho lo de: "ir por lana y salir trasquilado" o el dicho aquel –que yo oía de pequeño para comedir el parloteo insustancial y a destiempo- de que "oveja baladora, bocado pierde".

Otro de oficio ya muy escaso es lo de: "hacer encaje de bolillos", como tarea difícil. Las expertas en este bordado, que yo vi en plena actividad, ya son rara avis. Lo de "llover a cántaros" también suena ya a naftalina.

Otras más siguen usándose por eso de haber adquirido carta de naturaleza, pero su origen será una incógnita para mucha gente joven: "Comulgar con ruedas de molino", "darse con un canto en los dientes", "estar a tiro de piedra" y aquella medida tan rara de cama que era: "la cama de canónigo". O "hacer la colada", con las lavadoras actuales. Tampoco se usa ya mucho: "dejarle auno como un acerico", bien es verdad que estas almohadillas y los costureros son cada vez menos frecuentes. También ha quedado en la cuneta aquello de "pasar el fielato", porque consumeros racionamiento y estraperlo van con lo de antes de la guerra que usted ya recogía.

Y uno, que lleva ya algunos siglos desfasado, como es el de "poner la mesa".

De palabras en desuso, algunas que recuerdo a bote pronto. De oficios que yo he visto de niño: la arenera, que vendía distintas arenas para fregar, el asperón entre ellas; el piñero, que vendía piñas por la calle y las llevaba en un carro con unas redes sin gálibo normalizado; el lañero que ponía lañas para reparar fondos de cazuelas y peroles desgastados; el paragüero, que no parece necesitar más explicación. Todos ellos los recuerdo bien, voceaban sus servicios con gritos típicos, inolvidables. En Valencia pasaba por las calles el sillero, reparaba sillas –como es de suponer– y llevaba material, repuestos y encargos en un carro de mano al que había fijado una campanilla en horizontal, sin badajo, la hacía tintinear con una varilla de metal que manejaba al mismo tiempo que tiraba del carro. Su especialidad eran los asientos de enea.

Amable provocación la suya de animar al recuerdo, pero peligrosa, porque hay mucho. La badila era, en efecto, la pala para el carbón de cocinas y braseros. Para remover las brasas se usaba el hurgón, que era un pincho a secas, y se aventaba el fuego con el soplillo, una especie de raqueta hecha de esparto, hermana menor del fuelle. Entre los enseres domésticos estaba el barreño, de barro, que, en Valencia se llama lebrillo; las fresqueras eran anticipos de las neveras actuales pero de bajo consumo energético. Los adobos y matanza se guardaban en orzas, también de barro, y había cántaros, cántaras y lecheras, porque a por la leche se iba o venía el lechero a traerla y hervidores, unos pucheros para hervir la leche con una tapa muy peculiar, con agujeros, para evitar que se saliera si te descuidabas al hervirla. Y para los problemas intestinales aquellas lavativas de porcelana blanca, colgadas en la pared, con cánula de ébano, y las peras, para el mismo fin pero en versión reducida.

José Mª Navia-Osorio, rebosante siempre de historias, envía una muy sabrosa sobre el anacronismo de tirar de la cadena del váter:

Con respecto a "tirar de la cadena" es una expresión que no ha desaparecido a pesar de que no hay cadenas. Supongo que se debe a los eufemismos que se emplean en todo lo que acompaña al acto defecatorio (yo mismo empleo eufemismos). Me contaron una anécdota sobre lo de tirar de la cadena. Un asturiano emigró hace muchos años a Bélgica. Cuando se fue de su pueblo no había agua corriente en las casas y la gente se aliviaba en la cuadra. En Bélgica descubrió los cuartos de baño con agua corriente como algo de uso habitual y se dedicó a trabajar para poder abrir un bar en su pueblo. Cuando volvió a casa traía como gran novedad un retrete de los depósito anexo al inodoro y que funcionaba con una palanca en la que se instruía "Tirez". Lo instaló en su bar y temeroso de que sus ignaros paisanos no supieran usar el aparato puso un cartel que decía "Tirar del Tirez".

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