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Ben Lieberman

Las desventajas del etanol

Hay que reconocerle cierto mérito a políticos y funcionarios. No es fácil difícil encontrar algo peor que pagar 3 dólares por galón de gasolina, pero lo han conseguido.

La manera en que el gobierno de Estados Unidos se está enfrentando al alto precio de la gasolina –3 dólares por galón– es promocionando el etanol, que cuesta 4 dólares el galón y produce menos energía.

Ese es el verdadero coste de este aditivo que el gobierno federal nos obliga a utilizar, cuando se tiene todo en cuenta. El etanol proviene principalmente del maíz producido en el medio oeste norteamericano, cuyo precio actual supera los 3 dólares por galón. Pero ese es el precio en el centro del país y como no se puede transportar por oleoductos, su coste aumenta en no menos de 20 centavos.

Además, el mismo Departamento de Energía nos informa que el etanol ofrece alrededor de dos terceras partes de la energía del volumen equivalente de la gasolina refinada del petróleo, por lo que utilizar etanol equivale a manejar un automóvil más grande y pesado. Y en muchas grandes ciudades, el etanol no puede combinarse con la gasolina normal sin que la mezcla viole las reglas federales sobre calidad del aire. Tiene que añadirse a una mezcla de base más costosa que compense los problemas medioambientales del etanol.

Cuando tomamos en cuenta todos los costes, tanto directos como indirectos, el precio del etanol alcanza 4 dólares por galón y, si tenemos en cuenta su baja eficiencia en energía, el coste verdadero se acerca más a los 5 dólares por galón. Hay que reconocerle cierto mérito a políticos y funcionarios. No es fácil difícil encontrar algo peor que pagar 3 dólares por galón de gasolina, pero lo han conseguido.

La realidad es que el uso del etanol no se pensó para ayudar a los conductores, sino para apoyar a intereses especiales: los agricultores productores de maíz y las empresas como Archer Daniels Midland que procesan el maíz, convirtiéndolo en etanol. Durante años, esos mismos intereses especiales han recibido, de parte de sus amigos en el Congreso, toda clase de ventajas impositivas y de proteccionismo arancelario que aumenta el coste de importaciones más baratas. Ahora, gracias a la Ley de Energía del año pasado, los norteamericanos nos vemos obligados a añadir 4.000 millones de galones de etanol en las compras de gasolina. Esa cantidad aumentará a 12.500 millones de galones para el año 2012.

La obligatoriedad de añadir etanol ya ha resultado mucho más costosa de lo que se pensaba y muchos legisladores de la zona central agrícola quieren aumentar aún más la cantidad obligatoria de etanol. Y varios precandidatos presidenciales los están apoyando.

Los senadores Hillary Clinton (demócrata) y John McCain (republicano) eran los más grandes críticos de los favores legislativos a los productores de etanol. Pero ante la cercanía de las primarias presidenciales, que comienzan en 2008 en Iowa, zona productora de maíz, dieron una vuelta de 180 grados y ahora apoyan la imposición del etanol como aditivo a la gasolina.

Y en la Casa Blanca sucede lo mismo. El presidente Bush, en un reciente discurso, sorprendió diciendo que "el etanol es bueno para los conductores". Hasta la fecha, Bush no se ha opuesto a nada de lo que piden los cabilderos del etanol y sus congresistas amigos.

La triste realidad es que vamos a tener que pagar más y más cada vez que llenamos el tanque de gasolina de nuestros automóviles y no es por culpa de la codicia de la industria petrolera, sino cortesía de quienes elegimos para que nos defiendan en Washington. Por favor, no nos ayuden tanto.

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