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EDITORIAL

Un atentado frustrado de Eurabia

El 26% de los musulmanes británicos no sienten lealtad por su país y un número importante ha sido entrenado en campos de Al Qaeda. Y es que Gran Bretaña representa un caso paradigmático del fracaso de Occidente en el trato con este tipo de inmigración.

Ya casi nadie recuerda que, hace unas décadas, viajar en avión no era muy distinto a coger un autobús. Fueron los terroristas palestinos y los continuos secuestros que cometían los que obligaron a tomar la mayoría de las medidas de seguridad que hoy día son obligatorias, y que parecen ya inseparables de la experiencia de volar. El 11-S llevó a un incremento de esas medidas y es probable que este intento frustrado de atentar contra los pasajeros que iban a viajar de Londres a Estados Unidos lleve a prohibiciones aún más draconianas; es posible que en el futuro debamos acostumbrarnos a no llevar equipaje de mano, o a llevar en él muy pocas cosas.

Por lo que se va sabiendo, este caso no es más que una variación técnica sobre otros intentos del fundamentalismo islámico de asesinar a infieles y provocar el terror.  Lo único que no cambia es el impulso totalitario de quienes cometen crímenes en nombre de un colectivo, sea éste el pueblo, la nación o la umma. La lucha contra el terrorismo ha de incluir a las ideologías que lo alimentan. Tan contraproducente es permitir que el Gobierno vasco adoctrine a las nuevas generaciones en el odio a España como alimentar, en nombre del multiculturalismo, que los musulmanes crezcan en la diferencia y sean educados en el odio a la sociedad que los ha acogido.

Los detenidos en el Reino Unido son musulmanes nacidos en el país anglosajón, como los asesinos que llevaron a cabo los atentados del 7 de julio de 2005. El 26 por ciento de los musulmanes británicos afirma no sentir lealtad por su país y se estima que un número importante ha sido entrenado en campos de Al Qaeda. Y es que Gran Bretaña representa un caso paradigmático del fracaso de Occidente en el trato con este tipo de inmigración. En los colegios, la doctrina multicultural y de respeto a otras culturas, aún cuando esas culturas no hayan hecho más que fracasar a la hora de crear países donde sus habitantes puedan prosperar y vivir en paz, ha sustituido a la defensa de los valores propios. Los privilegios de las minorías se han ido imponiendo por encima de los derechos individuales. Y la inmigración ha arribado a sus costas en un número creciente y descontrolado.

De este modo, se han ido creando en las grandes ciudades británicas, como sucede en muchos otros países europeos, guetos musulmanes, pequeñas eurabias donde se reproducen las mismas características que han llevado a los países de procedencia de los inmigrantes a ser naciones fracasadas y agresivas contra quienes son distintos y tienen éxito. Ese es el caldo de cultivo de los terroristas islámicos que este jueves han estado a punto de provocar una auténtica masacre. Mientras no luchemos contra ello, las medidas de seguridad que puedan implantarse a partir de hoy no harán nada más que provocar una nueva mutación en la tipología de los crímenes terroristas.

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