Leo una entrevista con la progresista escritora Lucía Etxebarría en El Faro, diario del Campo de Gibraltar. Asegura doña Lucía: "El acceso a la cultura en España se limita a la clase media-alta".
Pensar que la cultura está limitada en nuestro país contrasta con las cifras de numerosas manifestaciones culturales, desde libros hasta museos. No parece cierto que la oferta cultural esté especialmente restringida. En realidad, a tenor de las subvenciones que reciben tantos artistas cuyas obras el público decide libremente no demandar, la conclusión debería ser la opuesta.
Para empeorar las cosas, doña Lucía asegura que lo que prueba la existencia de esas limitaciones es que la novela "comprometida" no está bien vista. Pero es precisamente la llamada clase media la que ha comprado y sigue comprando esa literatura tan endeble que necesita demostrar valores no literarios.
La señora Etxebarría parece distorsionar la realidad; por ejemplo, al describir su barrio señala como una característica subrayable a los que "tienen más o menos 600 euros de sueldo, de los que 400 son para pagar el alquiler de una casa donde viven cuarenta". ¿Cuarenta, doña Lucía? ¿Eso es lo destacable o representativo?
La intelectual proclama: "El mundo va cada vez peor". ¿Comparado con qué, doña Lucía, con cuándo, con dónde? "Las desigualdades de la riqueza nunca han sido tan extremas como ahora". ¿Qué igualdades prefiere usted, señora, las de la Edad de Piedra o las de Corea del Norte? Explíquenos, por favor, y no siga diciendo cosas como: "la globalización sólo ha llevado a concentrar el poder en manos de unos pocos y matar a todos los demás". ¿Matar a todos, doña Lucía?
Por supuesto, para esta "ferviente antiglobalizadora", la culpa de lo que pasa en Medio Oriente es de Israel porque allí ¡no hay democracia real! Doña Lucía es además antitaurina. Recordemos que Hitler se oponía a la crueldad con los animales. Por cierto, hablando de Hitler, de crueldad, y de Israel, esta insigne pensadora compareció ante los medios con una camiseta de... ¡Hezbolá!