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EDITORIAL

PSOE, racismo y cálculo electoral

La izquierda, que presume exactamente de lo contrario, que apela al corazón y hace llamamientos a una justicia universal, llega a la miseria de tratar a los inmigrantes como meros medios para sus objetivos de poder sin límite y sin concesiones.

Uno de los grandes proyectos del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha sido, no cabe duda, el masivo proceso de regularización de inmigrantes. A la llamada de papeles para todos, un mensaje que retumba en los lugares más desfavorecidos de África, Europa y América, han acudido centenares de miles de inmigrantes, que ven a España como una puerta para Europa. La razón aducida para este macroproceso de regularización era acabar con la bolsa de ilegales en España. Pero habiendo llegado  tantos nuevos inmigrantes que se mueven por nuestro país fuera de la ley, la iniciativa de Rodríguez Zapatero y Jesús Caldera puede considerarse un fracaso.

Siempre, claro está, que uno tome como ciertas las intenciones declaradas por el Gobierno. Pero esta camarilla al frente del Ejecutivo parece incapacitada para el error bienintencionado. Nosotros denunciamos desde el principio que detrás de esta jugada se escondía una operación política de gran calado. La verdadera intención de los socialistas, sin consideración alguna hacia los efectos a largo plazo para el conjunto de la sociedad española, consistía en crear bolsas de votantes cautivos que aseguraran la permanencia del partido en el poder. Ya han lanzado el debate previo a la aprobación de una ley que permitirá a los inmigrantes votar en las elecciones regionales y municipales. Poco a poco, vemos cómo se lleva a cabo el plan que advertimos desde el comienzo.

España tendrá problemas para integrar una población extranjera que ha llegado en tan alto número en un espacio de tiempo muy breve. Y el flujo de la inmigración no se detiene. España cambia a pasos agigantados, pero los efectos, positivos y negativos, que ello pueda producir en nuestra ciudadanía ni interesan ni preocupan al PSOE. Sólo el poder, y el voto. Y trata a los inmigrantes como piezas de un cálculo político.

Este martes hemos sabido dónde colocan dichas piezas. Resulta que el Gobierno distribuye a los inmigrantes de modo que se encuentren en su gran mayoría en ciudades y comunidades gobernadas por el Partido Popular. Nuestros socialistas y aquel principio de Kant de tomar a las personas como fines en sí mismos y no como medios son como el agua y el aceite; jamás se mezclan. En su profundo desprecio por quienes vienen a España a escapar de una vida miserable, sólo les toman como un caladero de votos que, repartidos convenientemente, les permitirán conseguir sus objetivos políticos.

Una de las características más notables de la izquierda española, como de la mundial, es el profundo racismo que aqueja sin cura a gran parte de la misma. La izquierda, que presume exactamente de lo contrario, que apela al corazón y hace llamamientos a una justicia universal, llega a la miseria de tratar a los inmigrantes como meros medios para sus objetivos de poder sin límite y sin concesiones.

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