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Fundación Heritage

Un baño de realidad para Europa

Sería enormemente estimulante, por no decir de gran valor para la credibilidad europea, ver si Europa de verdad redobla esfuerzos y toma el mando en el Líbano; descubriría de forma directa lo difícil que puede llegar a ser.

Helle Dale

Durante estos últimos años, Europa ha estado buscando la manera de conseguir tener un papel protagonista en los asuntos mundiales. Puede que el Líbano proporcione a los europeos la tan esperada oportunidad. Pero por otra parte, si miramos el historial de Europa en la era de la postguerra fría, puede que no.

El secretario general de la ONU, Kofi Annan, ha hecho un llamamiento para el despliegue inmediato de una fuerza pacificadora de 15.000 efectivos en el feudo de Hezbolá al sur del Líbano. Sin embargo, la Unión Europea, que respalda la idea, ha sido lenta en su respuesta, con la notable excepción de Italia que inmediatamente se comprometió al envío de 3.000 tropas. El presidente francés, Jacques Chirac, empezó con una oferta inicial de unas 200 tropas en total. A eso se le llama liderazgo, de manos de un hombre que alguna vez habló de "igualar" a Estados Unidos en la escena mundial.

Aunque la UE ha logrado influencia económica global, Europa es un enano en asuntos militares, con la importante excepción de Gran Bretaña. En los Balcanes, en los años 90, la pasividad europea y su fracasada diplomacia culminó en la consiguiente intervención americana a regañadientes, para humillación y pesar de los europeos que sabían que habían fallado la primera prueba de la era de la postguerra fría: encargarse de una crisis en su propio patio trasero.

Y vino el 11-S. En un primer arranque de sentimientos de solidaridad con los americanos, los países de la OTAN invocaron el Artículo 5 de los estatutos de la OTAN, declarando que un ataque contra uno de los miembros es un ataque contra todos los demás. La Administración Bush, mientras tanto, y habiendo observado la debacle de los Balcanes, optó por acabar con el gobierno talibán de Afganistán sin el apoyo de la OTAN. Los europeos se sintieron humillados y dolidos ante lo que percibían como un rechazo a su buena voluntad.

Cuando la guerra de Irak se avecinaba, salieron del armario las ambiciones de Francia de aparecer como líder de los poderes mundiales que buscaban igualar a Estados Unidos con una Europa liderada por Francia como el principal contrapeso. Esto produjo una serie de enfrentamientos de franceses y alemanes con la administración Bush en el Consejo de Seguridad de la ONU y dio pie al surgimiento sin precedentes de un eje París-Berlín-Moscú embrionario que provocó una seria ruptura en el vínculo transatlántico (y de paso destruyó cualquier esperanza de un frente europeo común).

Excepto por unas cuantas intervenciones humanitarias en África y una acción militar liderada por Italia en los años 90 para detener el flujo migratorio ilegal desde Albania, Europa sigue necesitando muchísimo demostrarse a sí misma que es un poder militar. A pesar de los planes trazados en Bruselas para una rápida fuerza de choque europea y a pesar de los intentos de forjar una política exterior y de seguridad para Europa, el tipo de influencia que deriva del poder militar sigue eludiendo a los europeos y eso les provoca una gran ansiedad.

De modo que difícilmente sorprende, aunque sea irónico en muchos aspectos, que Francia en particular y Europa en general estén haciéndose los remolones con la misión propuesta por la ONU para el Líbano. En realidad, uno podría preocuparse por la gente del Líbano que se puede encontrar bajo la protección de una fuerza de la ONU en un principio liderada por Francia, su ex amo colonial. Los libaneses ya han tenido la experiencia de una fuerza de observación de 2.000 efectivos de la ONU en su país, la UNIFIL, que ha estado allí desde 1978 siendo de muy poca utilidad. Con amigos así...

Francia ha sido ambigua y poco clara con la excusa de las dudosas reglas de enfrentamiento. Al verse criticados por la irrisoria respuesta del país y avergonzados por la iniciativa mucho más fuerte de Italia, la ministra francesa de Defensa, Michèle Alliot-Marie, se apresuró a mencionar que Francia ya tiene 1.600 tropas en el Líbano que estaban allí para ayudar a evacuar a los ciudadanos franceses. Aunque no estén vistiendo los cascos azules de la ONU, están dando apoyo logístico a las Naciones Unidas, algo que es casi lo mismo, según el punto de vista de la ministra.

Otros países europeos que podrían contribuir a una fuerza inicial de 3.500 efectivos –que es ahora la reducida esperanza de Annan– incluyen a Italia, Bélgica, España y algunas naciones escandinavas. A santo de qué tendría que estar Francia al mando de una fuerza en la que es una clara minoría sigue siendo un misterio. Hay una gran preocupación entre los europeos debido a las minas terrestres y a posibles enfrentamientos con Israel. Muchos países no han dejado escapar la oportunidad de más bien enviar barcos para ayudar a vigilar el tráfico marítimo a las afueras de las costas libanesas si Israel levanta el bloqueo naval, considerando así que es mejor ser prudente que valiente.

En Europa, a menudo se critica mordazmente a Estados Unidos por su proceder en los asuntos mundiales. Sería enormemente estimulante, por no decir de gran valor para la credibilidad europea, ver si Europa de verdad redobla esfuerzos y toma el mando en el Líbano; descubriría de forma directa lo difícil que puede llegar a ser.

©2006 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

Helle Dale es directora del Centro Douglas y Sarah Allison para Estudios de Asuntos Exteriores y de Defensa de la Fundación Heritage. Sus artículos se pueden leer en el Wall Street Journal, Washington Times, Policy Review y The Weekly Standard. Además, es comentarista de política nacional e internacional en CNN, MSNBC, Fox News y la BBC.

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