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Juan Carlos Girauta

España por dentro, por fuera y por encima

Y luego está lo de las libertades, empezando por la de expresión, que el PSOE lleva muy mal. La COPE sigue como un cohete, para desesperación de progres y censores, valga la redundancia.

El curso político que empieza prolongará lo que hay: España por dentro, quebradiza; España por fuera, entregada a temerario vaivén; España en los papeles y las ondas, falseada. Y al que intente su retrato realista, insulto y garrotazo.

Dentro, Montilla se ha sacudido a Maragall y a Clos y ha tomado el control absoluto del PSC. Creen los ingenuos que, con la marcha del sector nacionalista, que ya ha empezado, el socialismo catalán será más integrador. El abstencionista cinturón industrial, que iba a ser despertado por Ciudadanos de Cataluña, ahora puede encumbrar a Montilla. ¿Integración? Montilla fue el alma de los Pactes del Tinell. Zaragoza, su hombre fuerte, el padre de campañas fratricidas: si gana Cataluña, no gana el PP, ¿recuerdan? Tras el socialismo aburguesado e insensato, el socialismo tosco y maniqueo. Y más insensato.

Fuera, el presidente "rojo" ha dilapidado el prestigio de España. Cómo será la cosa que hasta el mayor peligro del planeta, el presidente iraní, lo considera uno de los suyos. El conseguidor González opina que tanto alboroto es injustificado y todo viene de las necesidades energéticas de Irán, que, como sabemos, anda escaso de petróleo. Pero Máximo Cajal, el máximo de Rodríguez en la Alianza de Civilizaciones, defendió el acceso iraní a las armas nucleares. A todo esto, tras destilar judeofobia en manifestaciones y declaraciones, los socialistas envían a nuestros soldados al Líbano a obedecer a Annan, el responsable del genocidio ruandés, el hombre que gusta de imponer la equidistancia entre los terroristas y sus víctimas, entre los exterminadores y los exterminados.

Y luego está lo de las libertades, empezando por la de expresión, que el PSOE lleva muy mal. La COPE sigue como un cohete, para desesperación de progres y censores, valga la redundancia. Sabido es que el Parlamento Europeo no es un parlamento; ahora consta que su presidente tampoco es un presidente. Si lo fuera no tomaría decisiones parciales, ilegales e inmotivadas para abortar la iniciativa de 700.000 ciudadanos que denuncian el acoso a la emisora. Tampoco fue Borrell, al final, candidato a la presidencia del gobierno. Tampoco sus escrúpulos con los dineros eran tantos. Tampoco se merendó a Aznar en aquel debate del estado de la nación. Tampoco sirvió de nada la tarjeta del NIF, que él se inventó. ¿Ha hecho algo Borrell alguna vez aparte de envanecerse?

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