Menú
Amando de Miguel

Las voces del nacionalismo

La política lingüística de la Generalidad de Cataluña me parece nefasta para los catalanes. Afirmo que no solo se produce un deterioro del castellano en Cataluña sino que se promueve su erradicación.

Es claro que las palabras van asociadas a los sentimientos. Ese enlace se refleja muy bien en el asunto del nacionalismo, la gran irracionalidad de nuestro tiempo. Lo que no entiendo es que, si algunos nacionalistas odian tanto lo que aquí se escribe, por qué pierden el tiempo en leerme y escribirme. Quizá necesiten ese desahogo. En ese caso "La lengua viva" pude servir de terapia, no solo de teratología.

Tomás (seguramente un profesor de Literatura en Cataluña) critica mi afirmación de que en Cataluña se haya deteriorado la enseñanza del castellano durante la última generación. Razona así el anónimo crítico: "Tengo que decirle que, viendo la tendencia del medio en el que está escrito [LD], me parece una forma muy poco elegante de seguir con la línea editorial, barata –gratuita, mejor dicho–, sensacionalista y dañina. De tanto repetir la mentira sobre el deterioro de la enseñanza del castellano en Catalunya consiguen que la gente les crea. Y eso no es bueno. Sé que con este email no conseguiré que deje de lanzar ataques sin fundamento a cualquier zona de España, pero consideraba un deber mostrarle mi disconformidad". Vamos a cuentas.

Primero y principal, yo no ataco a las "zonas de España" sino que critico la política allá donde se produzca con consecuencia negativas para los españoles. Segundo, la política lingüística de la Generalidad de Cataluña me parece nefasta para los catalanes. Afirmo que no solo se produce un deterioro del castellano en Cataluña sino que se promueve su erradicación. Eso es un verdadero genocidio cultural que me preocupa como español. No sé por qué esta opinión mía (y la de muchas otras personas) pueda ser tachada de sensacionalista y dañina. Al menos no es cobarde: va firmada con mi nombre y apellido.

A propósito de mi interpretación de la letra K en el vascuence (que procede de Unamuno), Jokin Martínez me escribe airado: "Soy vasco y estoy orgulloso de serlo. Y lo más importante, no necesito ser nacionalista o votar al PNV para considerarme [como] tal. No me produce urticaria pronunciar la palabra España en lugar de la tontería del estado español y considero la independencia del País Vasco un suicidio en masa. Sin embargo, le aseguro que su cerrilismo intransigente es capaz de contagiarme y sacar de mí la parte más burra, haciéndome desear que Cataluña, Euskal Herria (sí, Navarra incluida) y Galicia se independicen, acompañadas, a ser posible, de la Comunidad Valenciana, simplemente para que se quede con cara de tonto". ¡Qué español me parece el alegato de don Jokia! Por otra parte, qué mezquindad la de no desear que también se independicen las Baleares o las Canarias. ¿Y Asturias o Andalucía? Lo de desear la independencia del País Vasco, sin ser nacionalista, "simplemente para que se [me] quede cara de tonto" me parece una sinsorgada de campeonato, valga la expresión vasca. Reitero mi tesis de que, si el vascuence prescindiera de la estupidez de eliminar la letra C, su salud cultural estaría más segura. Y yo me sentiría más satisfecho, puesto que el vascuence es parte de mi patrimonio cultural. No sé qué pueda haber de "insulto o desprecio" en mi argumento, según dice don Jokin. Insiste el hombre: "No deseo entrar en ningún tipo de polémica. Lo único que le pido es que no insulte a los que no piensan como usted, Sabino Arana incluido". Otra vez, qué español es eso de no querer entrar en polémica. ¿Es que es malo polemizar? A mí me encanta. Lo del insulto es muy subjetivo. Pero, sujeto soy y no objeto, como decía Unamuno. Por cierto, los dos escritores del siglo XX que he leído con mayor deleite son Miguel de Unamuno (de Bilbao) y Pio Baroja (de San Sebastián). El tal Sabino Arana me produce una reacción parecida a la del filósofo que vio comer higos a un borrico. ¿Sabino Arana? Un chocholo.

José Mª Navia-Osorio, abierto a mil curiosidades, me pregunta si el tal Breogán de los gallegos tiene algo que ver con el mítico San Barandán. No soy ducho en mitos, pero algo puedo recordar. El mito céltico de San Barandán (originalmente en gaélico Brénaind, y luego en inglés Brendan o Brandan) es el de un monje irlandés que vivió en el siglo VI. Fue sobre todo un viajero que seguramente visitó las Islas Británicas fundando monasterios. De su vida real sabemos poco o nada. En el siglo VIII fue el héroe de un poema épico Navigatio Brendaní que se tradujo al latín en el siglo X. En el poema sus viajes se extienden por el Atlántico, quizá hasta las Azores y las Canarias. La leyenda de San Barandán inspiró a Cristóbal Colón el deseo de navegar por el Atlántico hasta descubrir otras tierras.

Un personaje mítico paralelo fue el rey irlandés Brian Boru del siglo X. Su nombre procede de la voz célticabrig(= castillo). Una adaptación de ese personaje legendario es Breogán, que los nacionalistas gallegos consideran como el padre milenario de una difusa nación céltica en Galicia. Es más, los nacionalistas gallegos más románticos entienden que el tal Breogán partió de La Coruña para conquistar Irlanda. Naturalmente, se trata de una fantasía. De la Galicia precristiana no queda ningún vestigio documental. Las piedras de los castros y las pallozas no aseguran nada sobre la realidad de Breogán y su tribu. Mas no importa. Los nacionalistas necesitan mitos fundacionales, a poder ser protohistóricos.

En Sociedad

    0
    comentarios