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EDITORIAL

El esfuerzo poco cabal de Zapatero

Si se dialoga con el terror se le reconoce estatus político y se le acerca a sus objetivos. Se le hace ver, en otras palabras, que el crimen paga. Este fin de semana lo hemos visto en las calles del País Vasco.

Del terrorismo, el asunto de nuestro tiempo, habló Zapatero en Helsinki, mostrando una vez más su querencia por las ideas que sobre él tiene la izquierda más radical. Se ha negado a ver el nexo de unión entre el pensamiento fanático y el terror, asignando la raíz del terrorismo a un "conflicto" que se enquista por la violencia y que hay que resolver por medios pacíficos. Para el presidente del Gobierno lo que hay que hacer es "dialogar" para solucionar las causas que provocan el terrorismo.

Sin embargo, la causa del terrorismo es el fanatismo, y la característica principal de éste es una ideología, ya sea política o religiosa, que convierte a los seres humanos que no pertenecen al grupo bendecido por el fanático en elementos sin la categoría de persona, a los que no importa matar. Su método es siempre el mismo: asesinar civiles con el objeto de debilitar la voluntad del oponente hasta que éste les conceda sus pretensiones.

Para vencerlos hay que destruir su capacidad de hacer daño, haciéndoles pagar más cara la violencia, desacreditando su ideología fanática con argumentos y propaganda y eliminando su capacidad de captar nuevos adeptos. En España se ha caminado por esa vía aplicando los métodos policiales, endureciendo las leyes, desacreditando el nacionalismo vasco e ilegalizando los medios y partidos afines a ETA.

Sin embargo, si se dialoga con el terror se le reconoce estatus político y se le acerca a sus objetivos. Se le hace ver, en otras palabras, que el crimen paga. Este fin de semana lo hemos visto en las calles del País Vasco. Pero la izquierda caviar no dejará de creer en esa vía utópica, porque le resulta muy gratificante creerse así moralmente superior a quienes simplemente piensan, con todo el sentido común, que cuanto peor se trate a los criminales, menos habrá. La única esperanza que nos queda es que la voluntad de resistir el terror no haya caído tan baja como para conceder a ETA lo que pide.

En España

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