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Álvaro Bardón

¡Afirmativo!

El verdadero progresismo –de progreso– no es volver al Estado represor, constructor y gastador de los siglos XIX o XX, sino abrir espacios y oportunidades a la gente.

Si usted no puede manejar un par de ideas o conceptos distintos simultáneamente, no lea lo que sigue.

En Chile, el gobierno militar violó libertades y derechos humanos. ¡Afirmativo! Esto ocurrió porque Allende y los socialistas lo violaron todo en pro de la dictadura del proletariado; robaron propiedad y arruinaron el país, ante lo cual la gran mayoría de los chilenos presionó por un gobierno de fuerza. ¡Afirmativo!

La dictadura pagaba malos sueldos y los escándalos de corrupción fueron menores. Más aún, el Estado, las regulaciones y el gasto público se redujeron drásticamente y, con ello, el principal origen de los clásicos robos, los que aumentaron cuando el proceso se revirtió. No obstante, aparecieron filtraciones monetarias, poco antes del año 90 y después. ¡Afirmativo!

Los militares convirtieron una republiqueta latina, picante y en la ruina, en otra que se desarrolla con vigor, aunque a la baja desde 1998. Le vendieron la pomada liberal, aperturista y privada a la Concertación, la que, luego de descubrir los derechos humanos y la democracia, que antes llamaban burguesa y de clase, reforzó el desarrollo, hasta que se puso a regular, subir los impuestos y gastar en tonterías, filtraciones monetarias incluidas. ¡Afirmativo!

Las Fuerzas Armadas manejaron bien las cuasi guerras con Perú, Bolivia y Argentina. Con inteligencia, impidieron el enfrentamiento, algo que los chilenos casi no notaron. Mi colega de esa época del Banco Central argentino me contó que le habían dado el grado de sargento para lo que venía y quedé en vergüenza cuando, al preguntarme por el mío, tuve que confesarle que no tenía ninguno. Finalmente, los militares se fueron –se demoraron– y dejaron gobernando para siempre a la Concertación. ¡Afirmativo!

Todo es verdad, simultáneamente. Así como que los concertacionistas "formaron" una democracia estable y lograron un buen desarrollo, aunque de corte crecientemente corporativista y más débil, por la arremetida del Estado corruptor y despojador de libertad y recursos. Las reformas liberales se congelaron, excepto en las autopistas. ¡Afirmativo!

Lo que importa ahora es hacer acuerdos en torno a modalidades democráticas de verdad. Sin binominal, financiamientos fiscales ni reelecciones. Y con verdadera separación de poderes, gobiernos regionales y quórum altos. Falta una estrategia de desarrollo económico y social más liberal –como las de las economías que crecen al 8 o 10%–, que contemple reformas aperturistas en economía, salud, telecomunicaciones, energía, ambiente, trabajo y educación, que reduzca tributos y erradique los cientos de controles que impiden el pleno empleo y los negocios chicos. ¡Afirmativo!

El verdadero progresismo –de progreso– no es volver al Estado represor, constructor y gastador de los siglos XIX o XX, sino abrir espacios y oportunidades a la gente. La solidaridad que ayuda a los pobres es la de los subsidios a la demanda y de los incentivos a la caridad. El problema es que nuestra cultura transversal es de desconfianza en el actuar de las personas, consideradas incapaces, desinformadas y afectadas por cientos de "externalidades". Así, nunca vamos a ser desarrollados, sobre todo si persiste la influencia de parlamentarios estatistas a la antigua, que se pelean por protegernos o, más bien, reprimirnos, quizás hasta que desaparezcamos, como ocurrirá con su política poblacional de fomento de la flojera y del crimen y de entrega de la soberanía a instancias foráneas. ¡Afirmativo!

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