Jordi Pujol ve "política y moralmente imposible" pactar con el PP. Sabe lo que se dice: la moral pública que defienden, que encarnan, CiU y el PP son como el agua y el aceite. Deberían serlo, al menos. Así lo cree el votante del PPC, que tiene a su alcance una forma más directa de llevar a Artur Mas al poder que la que propone Josep Piqué. Consiste en votar a CiU.
Si el votante es simpatizante, y no digamos militante del PPC, significa que se ha decantado por la única opción política que durante la era Pujol no comulgaba con las ruedas del molino de Antón Carolina-na, molino de la ingeniería social nacionalista. La única opción política que no vivía en Matrix.
Ahora existe otra opción no nacionalista, y hay que venir de otra galaxia, por ejemplo, de la de los nietos de Cambó (financiador y aval de los nacionales, por cierto), para no advertir que en Cataluña se vota a favor o en contra de la realidad virtual. Nada más. Y que al desnudo Rivera acudirán cuantos sospechan que el PPC se ha tomado la píldora equivocada.
Calificar de extrema derecha a Ciudadanos de Cataluña, como ha hecho Piqué, es abyecto. A los suyos les vienen acusando de lo mismo. ¿Cree Piqué que un solo votante del PP dejará de prestar su sufragio en autonómicas a los Ciudadanos porque él acuse a Boadella y Espada de fascistas? ¿En qué mundo vive?
A los Ciudadanos los vamos a votar a pesar de que sus ramalazos progres. No es posible que esto escape a Piqué; sus ataques forzosamente han de perseguir algo diferente, de cariz personal: ser aceptado en el microuniverso apesebrado y estrecho de las Creus de Sant Jordi, el Col.legi de Periodistes y la desafección nacional (nacional de verdad).
No pudo contenerse: ¡Yo también tengo a quien llamar fascista! Sin ir más lejos, a los que denuncian al nacionalismo con claridad, en catalán y sin complejos. Los dioses ciegan a quien quiere perder. Allá él. Nosotros seguiremos compartiendo la visión de Pujol: política y moralmente es indefendible el pacto de CiU con el PP, es decir, el pacto del PP con CiU.
