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Amando de Miguel

Insultos y malas palabras

Sostengo que Zapatero es el peor gobernante que hemos tenido en la Historia de España, quizá con las excepciones de Witiza, Fernando VII y alguno más. Pero ese juicio no es un insulto a Witiza, Fernando VII o Zapatero.

Hace tiempo que no hablamos de la parte más expresiva del idioma: el gatuperio de los vituperios. El capítulo de los insultos se mezcla con el de los tacos. El intríngulis está en que, por definición, la palabra soez no debe pronunciarse, pero esa misma prohibición proporciona un desahogo extraordinario cuando esa palabra se emite. Una salida del laberinto es inventarse nuevas interjecciones que parezcan maldiciones pero que no lo son. Por ejemplo, alguna muy liviana como "puñeta" cumple admirablemente esa función. Naturalmente, "puñeta" no es más que un ñoñismo para evitar la palabrota indecorosa: "puta". Ya me he referido en esta seccioncilla a los tacos inventados, ciertos neologismos con propósito irónico que sustituyen a los denuestos convencionales. En apoyo de esa idea, Lorenzo Martínez escuchó a su jefe en una reunión esta maravillosa expresión de hartura: "¿Quieres dejar de interjoder?". Es algo más que "interrumpir" y menos que "joder" en su sentido exclamativo.

Javier Matos (Madrid) manifiesta su "asombro" al contar "hasta cuarenta insultos en [mi] artículo Política y lenguaje. Confío en que sea solo una excepción y que sus futuros textos sean más moderados". Me extraña que haya vertido yo tantos insultos en un texto. No suele ser mi estilo. Otra cosa es que escriba sobre el insulto y recoja expresiones malsonantes como parte de mi función de comentarista de los usos lingüísticos. Para insultar se necesita el ánimo de injuriar. Creo que en el texto citado no había tal ánimo. Otra cosa es cuando realizo un juicio sobre un personaje público, pero esa acción es también parte de mi trabajo. Por ejemplo, sostengo que Zapatero es el peor gobernante que hemos tenido en la Historia de España, quizá con las excepciones de Witiza, Fernando VII y alguno más. Pero ese juicio no es un insulto a Witiza, Fernando VII o Zapatero. Es un ejercicio de memoria histórica que ahora priva tanto.

José Mª Navia-Osorio se refiere al caso del juez que especifica qué es un insulto y qué no lo es cuando se trata de valorar el papel político del ABC. "A mí me pasó algo igual. En una reunión del Consejo de Administración del Servicio de Salud de Asturias se me ocurrió decir que el gerente del Servicio era un incompetente. ¡Nunca lo hubiera dicho! Se me exigió que retirara el insulto. ¿Cómo se retira un insulto? ¿Hay que decir pues ahora que me fijo, no es tan incompetente como me parecía? Argumenté que no era un insulto sino una descripción. Insulto sería decir que el gerente era un ladrón, cosa que me constaba que no era". Tiene gracia la historia que cuenta don José María. La verdad es que llamar incompetente a un alto funcionario sí es un insulto, solo que el contribuyente está en su derecho de hacer ese juicio. Dicho queda que el insulto puede cumplir la sana función de desplazar otras formas de conflicto o de violencia.

Ariel Lavariega (México) realiza una investigación sobre algunas palabras y expresiones ofensivas mexicanas. Necesita saber el origen de la expresión "chinga a tu madre". La vozchingarprocede de la jerga caló (= pelear). Es clara la alusión a la forma de pelea simbólica que tiene el coito. En México se conserva mejor que en otras zonas hispanoparlantes para indicar el coito de una forma obscena. Nada más obsceno que el coito con la madre de uno, lo que supone conculcar la sagrada norma que prohíbe el incesto. Luego si se exclama "chinga a tu madre", se está implicando la acción más ruin por parte de la persona a la que se dirige el vituperio. En México puede llegar a ser un insulto la simple mención de la palabra "madre", precisamente porque se asocia a la voz "chingar". De ahí que el sentido nobilísimo de la palabra "madre" haya de indicarse con la edulcorada versión de "mamá". En España se utiliza "chingar" más bien como "molestar" y se recurre a "joder" tanto para "molestar" como para describir el coito. En Argentina "joder" es más bien molestar; en cambio, "coger" es el equivalente del mexicano "chingar". ¡Qué finura de sentimientos! ¡Ínclitas razas ubérrimas!, que dijo el nicaragüense.

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