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Carlos Semprún Maura

Tres tristes tigres

Desde el punto de vista del observador extranjero, el que dice menos tonterías en el PS es, sin duda, Dominique Strausse-Kahn. Como no es tonto sabe que no va a ganar, pero se sitúa para la cartera de primer ministro si gana Segolène las presidenciales.

Pues al final no parió la abuela. El batiburrillo pletórico de candidatos a la candidatura en el Partido Socialista ha terminado, y quedan tres. Bueno, queda una: Segolène Royal. Los otros dos le sirven de faire-valoir para el paripé de la "democracia interna" y de los amplios debates "en la base". El primer secretario del PS y "macarra" de la candidata, Hollande, dice y repite que él "ni quita ni pone rey" pero ayuda a su señora. Todo el aparato del partido se ha puesto al servicio de la Segolène. Tal y como se dice en todos los casinos del mundo, y salvo insurrección armada o rebelión de las masas, les jeux sont faits,.

Pues es tétrico. Bueno, no nos llamemos a engaño: estamos en campaña y los discursos de todos tienen como único objetivo el de seducir, el de engatusar, el de engañar. Todos repiten "qué guapo eres" al gorila de turno. Desde el punto de vista del observador extranjero, el que dice menos tonterías en el PS es, sin duda, Dominique Strausse-Kahn. Como no es tonto sabe que no va a ganar, pero se sitúa para la cartera de primer ministro si gana Segolène las presidenciales. A Lauren Fabius nadie se lo cree en su novísimo papel de extrema izquierda socialista, ni siquiera él, y se nota demasiado. Los elefantes sociatas más importantes que se han retirado de la contienda, Lionel Jospin y Jack Lang, han hecho francamente el ridículo. Jospin se creyó que le bastaba con tres artículos, un libro y algunas teles, para que todos los socialistas cerraran filas en torno suyo –como ocurrió con De Gaulle, y en todos los partidos, en 1958– y se llevó otro chasco. Jack Lang, por su parte, resulta ridículo de nacimiento. Ha esperado al último momento para anunciar su "sacrificio" y, sin nombrar a nadie, desear el triunfo de la "izquierda revolucionaria". ¿Qué quiere decir eso? ¿Desea acaso que vuelvan las guillotinas a la Plaza de la Concordia?

Queda Segolène Royal y su largo discurso "programático" de Vitrolas, municipio conquistado ayer por el Frente Nacional. Pese a lo dicho, a la voluntad de engatusar con frases floridas y generalidades demagógicas, en lugar de presentar ideas, su inconsciente petainista se ha revelado una vez más. Ya había reivindicado el lema de Vichy: "Trabajo, Familia, Patria", pero en esa ocasión fue más lejos afirmando que lo nacional y lo social (o el nacionalsocialismo) iban juntos como las dos patas del progreso. Defendió el estado todopoderoso, el estado-nación, contra el mundo entero. O mejor dicho evacuando al mundo entero: no dijo nada sobre Europa, ni sobre la mundialización, ni sobre los conflictos actuales y futuros; ni siquiera una sola palabra sobre el terrorismo que acaba de amenazar directamente Francia. Un discurso francamente monstruoso por su propio vacío. Cara de ángel y alma de bruja.

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