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Emilio J. González

Phelps y la reforma laboral española

Con la excusa de que Phelps ha ganado este año el premio Nobel de Economía, muchos políticos de nuestro país, tanto del Gobierno como de la oposición, deberían aprovechar y leer sus trabajos para afrontar la reforma laboral.

Pocas veces las ideas de un premio Nobel de Economía son tan fáciles de comprender por el público llano y sencillo como las que han llevado a Edmund S. Phelps a obtener este año tan preciado galardón. Pocas veces, además, sus postulados teóricos son de tan directa e importante aplicación para la política económica y el bienestar de los países, como ocurre con los postulados de este profesor de la Universidad de Columbia.
 
Phelps ha obtenido el premio Nobel por sus contribuciones a la macroeconomía, especialmente una que se ha demostrado de vital importancia para las sociedades occidentales. Se trata de lo que este economista denominó la "tasa natural de paro". Según Phelps, en todos los países hay un nivel de desempleo que no responde a factores coyunturales, como una crisis económica, sino a elementos estructurales, como las imperfecciones del mercado de trabajo. Por tanto, para reducir dicho nivel de desempleo hace falta algo más que crecimiento económico: es preciso remover los obstáculos que impiden que la buena marcha de la economía se traduzca en puestos de trabajo y se pueda alcanzar el pleno empleo. De esta explicación se deriva, inmediatamente, la necesidad de abordar reformas estructurales en los mercados laborales para resolver el problema del paro.
 
Gracias a Phelps, por tanto, hoy entendemos que la naturaleza del desempleo puede tener otras fuentes distintas a la mera caída coyuntural de la actividad económica, orígenes que van desde un nivel excesivo de cotizaciones a la seguridad social hasta unos costes del despido muy elevados, pasando por prestaciones por desempleo demasiado generosas, etc. De esta forma, y gracias a las aportaciones de este profesor de Columbia, hoy conocemos mucho mejor la naturaleza del paro y las medidas que hay que aplicar para combatirlo, medidas que se pueden encuadrar bajo la expresión de reforma laboral.
 
La reforma del mercado de trabajo, por tanto, ya no es tanto una cuestión ideológica como un asunto de técnica de política económica, de la misma forma que se sabe desde hace décadas que para reducir la inflación hay que subir los tipos de interés y liberalizar aquellos mercados que impulsan los precios de consumo al alza. Así lo han entendido los políticos de medio mundo. Al laborista Tony Blair, por ejemplo, jamás se le ha ocurrido proponer medidas que introduzcan dosis de rigidez en el mercado laboral británico porque gracias a su elevado grado de liberalización es capaz de generar puestos de trabajo incluso con un crecimiento económico nulo. El ex canciller socialdemócrata alemán, Gerhard Schröder, trató de reformar el mercado de trabajo germano para reducir la tasa de paro en las líneas sugeridas por los estudios de Phelps.

Aquí en España, el Gobierno del PP acabó con la idea de que el paro era poco menos que una maldición bíblica, una consecuencia inevitable de la sociedad postindustrial como decían los socialistas de Felipe González para justificar su incapacidad a la hora de resolver el problema, gracias a la aplicación de sendas reformas en el mercado de trabajo. Por ello, y con la excusa de que Phelps ha ganado este año el premio Nobel de Economía, muchos políticos de nuestro país, tanto del Gobierno como de la oposición, deberían aprovechar y leer sus trabajos para afrontar, de una vez por todas, las medidas que todavía hace falta tomar para que España pueda hacer algo más que soñar con alcanzar algún día el pleno empleo. La reforma laboral ya no es cosa de ideologías, es cuestión de Ciencia Económica, ni más ni menos.

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