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Psicosis permanente

La primera batalla la han ganado ya los terroristas; es el triunfo de la psicosis sobre nuestras sociedades, que tiemblan aterrorizadas cuando la sombra de Al-Qaeda se cierne sobre ellas.

El accidente de la avioneta estrellada contra el edificio de Nueva York ha hecho saltar todas las alarmas en Estados Unidos y Europa, como era de esperar. Tras los primeros minutos de informaciones contradictorias y de declaraciones apresuradas, el FBI confirmaba que el accidente de la avioneta americana nada tenía que ver con el terrorismo, y que se trataba de una desgracia "natural".

Por eso, además de alivio por el hecho de que sea un accidente fortuito, la reflexión que las democracias debieran hacerse es urgente; ¿hasta qué punto el yihadismo ha calado en el día a día de nuestras sociedades? Durante unas horas, televisiones y medios de comunicación vivieron en vilo las noticias que llegaban de Nueva York. En las retinas de todos se repetían las imágenes del 11-S, y también las del 7-J y 11-M. El caos en las ciudades, las sirenas, el humo y el desconcierto. Y es que cada vez que una desgracia aflige Occidente, los primeros pensamientos van hacia el yihadismo, que debe sonreír con satisfacción ante la ingenuidad y el pánico occidentales.

La primera batalla la han ganado ya los terroristas; es el triunfo de la psicosis sobre nuestras sociedades, que tiemblan aterrorizadas cuando la sombra de Al-Qaeda se cierne sobre ellas. Y lo malo es que tal miedo está plenamente justificado, puesto que desgraciadamente sabemos que volverán a actuar, aunque no dónde ni cuándo. Pero antes de que ocurra, nos sobresaltamos ante cualquier noticia que, en condiciones normales, pasaría desapercibida.

Esta vez nada han tenido que ver los terroristas de Al-Qaeda. Pero ya sabemos que, periódicamente, cualquier accidente en nuestras sociedades será achacado al yihadismo; hasta ese punto es omnipresente en el subconsciente de nuestras sociedades. Cabe preguntarse, no obstante, qué futuro espera a nuestras sociedades cuando se sienten amenazadas en el momento en que ocurre una desgracia pero no sacan la consecuencia que de ello se deriva: la necesidad de defenderse.

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