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GEES

Pasando facturas

Zapatero no parece preocuparse más allá de las encuestas: ¿alguien duda quiénes serán los primeros en caer si ETA rompe la tregua? Los de siempre, claro.

A la sombra de los escándalos del 11-M, el corralito político entre ETA y Zapatero ha dado esta semana un paso más, en tres puntos cruciales. En primer lugar, el caso De Juana Chaos muestra el chantaje que ETA mantiene sobre Zapatero. Para forzarle a dar pasos adelante, la banda potenció los comandos de terrorismo callejero, y le indicó al Gobierno que, o avanzaba en el trato de favor a sus presos o adiós a las elecciones generales y la mayoría absoluta en nombre de la Paz. Los incendios de autobuses, los ataques a juzgados, las razzias callejeras surtieron su efecto; la propaganda de la España virtual de Zapatero ya está machacando el tema del cumplimiento de las penas. Empieza a pagar esta factura.

En cuanto al segundo requisito etarra, el empujón a Navarra hacia la absorción vasca, Zapatero ya ha nombrado al candidato del Partido Socialista de Navarra, Fernando Puras, más proclive a pactar con el nacionalismo vasco que el defenestrado Chivite. Por si fuera poco, Rubalcaba ha colocado al navarro Moscoso entre la delegación socialista que hablará de política con ETA, cerrando así la pinza sobre el Viejo Reino; tanto ETA como La Moncloa dan por hecho que aquí no habrá problemas, hasta el punto de que éste fue el primer acuerdo al que llegaron. Esta factura Zapatero ya la ha pagado.

En cuanto al tercer requisito etarra, los tiras y aflojas de los últimos meses tienen como objetivo la forma en la que el gobierno legalizará al brazo político de ETA. Batasuna busca su legalización con el mismo nombre –faltaría más– y el Gobierno ha intentado que sea con otro, algo más vendible a la sociedad española. Es uno de los puntos en los que no se ponen de acuerdo, porque Zapatero se juega la opinión pública y ETA lo exige como prueba de rendición política. Es el pago más caro para un político que sólo piensa en términos de encuestas, y en esas está el marido de Sonsoles.

El problema es que ETA juega a largo plazo, y Zapatero no más allá de las próximas elecciones; su proyecto de cambio político pasa por la mayoría absoluta en las generales, lo que depende, a su vez, de que ETA no rompa la tregua. Zapatero confía en que sea Josu Ternera el que domina los designios de la banda. El asesino etarra probó las mieles del parlamentarismo, y defiende en la banda el valor de la política como complemento de la violencia. Política salvaje y totalitaria, pero que a las almas tiernas de la Paz les parece suficiente; ignoran lo poco que durarían en la Euskadi de Josu Ternera.

En cualquier caso, circulo perverso en el que muchas cosas, en la Justicia, en las prisiones, en Navarra pueden torcerse para ETA y Zapatero. Son muchas facturas que no dependen sólo del inquilino de La Moncloa. Pero éste no parece preocuparse más allá de las encuestas: ¿alguien duda quiénes serán los primeros en caer si ETA rompe la tregua? Los de siempre, claro.

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