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Emilio J. González

Solución italiana, ¿para quién?

Así es que ahora vemos cómo a Abertis se le allana el camino para su fusión con Autostrade, cómo, a continuación, La Caixa se desdice y manifiesta su vocación de permanencia en el accionariado de la petrolera hispano-argentina.

El Gobierno español ha empezado a considerar la posibilidad de que la eléctrica italiana Enel adquiera parte del capital de Endesa que, junto con el 20% alcanzado ya por Acciona, supondría de facto acabar con las posibilidades de que E.On triunfe en su OPA sobre la compañía que preside Manuel Pizarro. Que Zapatero esté llevando a cabo este movimiento no constituye una sorpresa en sí mismo. A fin de cuentas, desde Moncloa se está haciendo todo lo posible para que los alemanes no triunfen. Lo que ya resulta más que llamativo es que Enel, precisamente, pueda ser uno de los torpedos que el Ejecutivo vaya a lanzar contra la compañía germana.
 
Ya es irregular de por sí que, en medio de un proceso de OPAs, pueda haber empresas entrando con participaciones significativas en el capital de Endesa con el fin de asumir el control conjunto de la compañía, razón por la cual el pasado lunes E.On presentó su demanda contra Acciona en Estados Unidos. Estos movimientos no serían aceptados en cualquier otro país, claro que ningún otro Gobierno hubiera dado pie a que sucediese lo que está pasando en estos momentos en torno a la eléctrica española como consecuencia del deseo del Ejecutivo de entregársela a Gas Natural. Pero lo más sorprendente de todo es que Zapatero y los suyos argumentaron en contra de E.On un posible control de la empresa por parte del Gobierno alemán como razón para impedir su entrada en Endesa, y ahora son ellos mismos los que buscan la incorporación al accionariado de una empresa como Enel que tiene entre sus principales accionistas ni más ni menos que al mismísimo Gobierno italiano. O sea, que los alemanes no podían entrar en Endesa por un supuesto control estatal de la compañía y los italianos, que tienen al Ejecutivo dentro, sí que pueden hacerlo. Esto no hay quien se lo trague.
 
La cuestión, por tanto, es preguntarse por qué este cambio de criterio favorable a los italianos. En ello, por supuesto, hay que tener en cuenta que Zapatero se ha empecinado en frenar a los alemanes y está dispuesto a cualquier cosa con tal de salirse con la suya. Ante todo, esto para él es una cuestión de orgullo, siendo el orgullo tan mal consejero como es. Pero conviene no pasar por alto un hecho. El Ejecutivo ha empezado a sondear a Enel después de la visita realizada por el primer ministro italiano, Romano Prodi, para hablar de inmigración... y, por lo visto, de otras cosas. Y entre esos asuntos está ni más ni menos que el levantamiento de los obstáculos que está interponiendo el Ejecutivo italiano a la fusión entre Autostrade y Abertis, la concesionaria controlada por La Caixa, unos obstáculos que, por lo visto, ahora van a desaparecer y donde los italianos dijeron “digo” ahora dicen “Diego”. ¿Y qué tiene que ver todo esto con el asunto de Endesa? Pues que el plácet a Enel es moneda de cambio para desbloquear la fusión entre la concesionaria italiana y la española, que es lo que quiere La Caixa. Y el Gobierno necesita congraciarse como sea con la entidad financiera, a la que embarcó en la OPA sobre Endesa a través de Gas Natural, controlada por la caja catalana, y que después de arrojar a La Caixa a los pies de los caballos, ésta respondió con el anuncio de abandonar sus participaciones industriales para centrarse en los negocios bancario y asegurador. Esta declaración equivalía a decir que iban a dejar a Gas Natural y a Repsol a su suerte, que es otra de las cosas que el Gobierno no desea que suceda en el sector energético español.
 
Así es que ahora vemos cómo a Abertis se le allana el camino para su fusión con Autostrade, cómo, a continuación, La Caixa se desdice y manifiesta su vocación de permanencia en el accionariado de la petrolera hispano-argentina; cómo se sugiere a Enel que entre en el capital de Endesa y cómo ocurre todo esto después de que Prodi y Zapatero se reuniesen. Por tanto, la pregunta es inmediata: esa solución italiana que busca el Gobierno para frenar a E.On, ¿para quién es realmente una solución?

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