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Ignacio Villa

Otro favor al terrorismo

Ceden así de forma miserable a una exigencia etarra, que con buen juicio le negaron todos los gobiernos de la democracia; la de internacionalizar

En estos momentos, la única crítica del Gobierno se centra en el Partido Popular. En cambio, para las amenazas, advertencias y reproches continuos de ETA-Batasuna la única respuesta es el silencio. Resulta difícil explicar una actitud tan mezquina, aunque no cabe duda de que las terminales mediáticas socialistas se están empleando a fondo en el intento. Pero es complicado poner voz a la teoría de que los terroristas son buenos y los demócratas malos.

Es realmente difícil de entender que el habitante de un cargo supuestamente institucional como es la Fiscalía General del Estado diga que la justicia no puede entorpecer el proceso. No resulta comprensible el empeño en insultar permanentemente al PP o a las víctimas, esfuerzo en el que se han destacado Rubalcaba y Blanco de entre todos los socialistas. No se puede admitir la permanente ambigüedad del presidente Zapatero con los terroristas. Resulta inexplicable que un Gobierno democrático esté cediendo en todo ante los terroristas a cambio de nada.

De entre todas las noticias que nos llegan sobre este desafortunado proceso, hay algunos asuntos que resaltan por su especial gravedad. Por ejemplo, la decisión del Gobierno Zapatero de llevar al Parlamento europeo una iniciativa de apoyo al proceso de negociación con ETA. Ceden así de forma miserable a una exigencia etarra, que con buen juicio le negaron todos los gobiernos de la democracia; la de internacionalizar "el conflicto", el de los asesinos con sus víctimas. ETA va a dar el próximo miércoles un paso impensable hace bien poco.

Pero si a todo lo dicho hasta ahora se le une la colaboración de la Justicia con el proceso de rendición del Gobierno ante la ETA, la situación llega a una tensión difícilmente soportable para el Estado de Derecho. Es cierto que no todos los jueces ni todos los fiscales colaboran, pero con que sean los suficientes, especialmente si están en la posición privilegiada de Conde Pumpido o Garzón, podemos esperarnos lo peor. La decisión de este último de rebajar considerablemente la fianza del batasuno Otegi, incluso bastante más de lo que ha pedido el fiscal, debería llenarnos de estupor. Desgraciadamente, ante la catarata de cesiones con la que nos estamos despertando cada mañana, parece casi natural este nuevo guiño a los terroristas. Pero, aunque sea eso lo que se pretenda, nadie va a acostumbrarse a algo semejante, porque nadie puede acostumbrarse a la visión de una democracia que se derrumba.

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