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Emilio J. González

El triunfo de Solbes

Hoy, Solbes parece que ha ganado definitivamente el pulso a Sebastián, cuya candidatura a la Alcaldía de Madrid es una forma de resolver el problema que se le ha planteado a Zapatero tras el rechazo de Bono.

El pulso que han mantenido a lo largo de la legislatura el vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes, y el director de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, Miguel Sebastián, está a punto de concluir, con victoria de Solbes, en cuanto se designe oficialmente a Sebastián como cabeza de cartel de los socialistas madrileños en las elecciones municipales.
 
Sebastián es un hombre de confianza de Zapatero, un hecho que, sin duda, influye en la decisión de ZP de proponerle como candidato a la Alcaldía de Madrid, después del plante que le dio José Bono y de las reticencias de la vicepresidenta política, María Teresa Fernández de la Vega, a encabezar la candidatura del PSOE. Pero ello no basta para ocultar el hecho del deterioro de la posición política de Sebastián a lo largo del tiempo, después de todo un extenso rosario de enfrentamientos con Solbes y errores de política económica.
 
Sebastián inició la legislatura con un primer enfrentamiento con el vicepresidente económico a raíz de los nombramientos correspondientes, directa o indirectamente, al Ministerio de Economía. Solbes colocó en una de las dos Secretarías de Estado de su Departamento a uno de sus hombres de confianza, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, pero Sebastián impuso para la otra el nombre de su amigo David Vegara, quien también ha tenido frecuentes enfrentamientos con el titular de Economía a causa de la política económica. Luego, las disputas se trasladaron al nombramiento de las personas que deberían estar al frente de los organismos supervisores del sistema financiero. Solbes, al final, colocó al frente de la CNMV a Manuel Conthe, en contra de los deseos de Miguel Sebastián, que quería el cargo para Carlos Arenillas, al que finalmente impuso, valiéndose de su proximidad a Zapatero, como vicepresidente del regulador de los mercados financieros. La historia se repitió a la hora de elegir a la directora general del Tesoro, Soledad Núñez, próxima a Sebastián. Y la tercera edición tuvo lugar como consecuencia de la designación del sucesor de Jaime Caruana al frente del Banco de España.
 
Sebastián quería el puesto, presionó todo lo que pudo para conseguirlo y acabó por obligar a Solbes a anunciar anticipadamente el nombramiento para el cargo de Miguel Ángel Fernández Ordóñez, como política de hechos consumados que hubiera provocado la salida del Gobierno del vicepresidente económico si alguien, en Moncloa o en cualquier otro sitio, se hubiera atrevido a desautorizarlo.
 
El pulso entre ambos también tuvo como telón de fondo la intervención o no del Gobierno en el mundo de las empresas. Desde su llegada a la dirección de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, Sebastián tuvo como objetivo el desplazar de la Presidencia del BBVA a un Francisco González que había despedido a Sebastián de su puesto como director del Servicio de Estudios del banco. La operación, detrás de la cual estaba la mano de Moncloa, se instrumentó, en parte, con el intento de entrada de Sacyr Vallehermoso en el consejo de administración de la entidad crediticia, en parte con el intento orquestado por la SER para que la CNMV abriese una investigación sobre FG. Aquello no le gustó a Solbes, por todas las consecuencias negativas que podría acarrear al conjunto del sistema financiero español. El resultado fue un fiasco soberano. Después, Sebastián intentó condicionar la política económica, como si el ministro de Economía fuese él y no Solbes, con propuestas disparatadas como la eliminación de algunas deducciones en el IRPF aprovechando su reforma, y el vicepresidente económico tuvo que enfrentarse con él e imponer su criterio.
 
El colofón llegó como consecuencia de la reordenación del sector energético que Sebastián anunció desde un primer momento. De dicha operación nació la OPA de Gas Natural sobre Endesa y todo el caos a que dio lugar a continuación en todo el sector energético español. Solbes discrepaba de lo que se estaba haciendo y de cómo se están llevando a cabo las cosas, con el enorme coste que está teniendo que afrontar el Gobierno como consecuencia de ello. La puntilla llegó cuando, el pasado fin de semana, el vicepresidente económico manifestó que había que legislar sin pensar en normas para favorecer una determinada operación. Esa declaración coincidió con los requerimientos de la Comisión Europea acerca de las condiciones impuestas a la OPA de E.On y con el enfado de la canciller alemana, Angela Merkel, con Zapatero por todo este asunto.
 
Hoy, Solbes parece que ha ganado definitivamente el pulso a Sebastián, cuya candidatura a la Alcaldía de Madrid es una forma de resolver el problema que se le ha planteado a Zapatero tras el rechazo de Bono a asumir la misma, pero es también una forma de quitar de en medio a quien, desde su llegada a Moncloa, ha sido un personaje tan polémico como discutido.

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