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Amando de Miguel

Lamentos nacionalistas

Se ponen de manifiesto serias deficiencias de los alumnos de Cataluña en muchos aspectos del castellano, por ejemplo en la expresión escrita o en el dominio de la gramática, con puntuaciones en algunos casos casi 20 puntos por debajo del resto de España.

Aitor Egia (Bizkaia) se pone frenético con mi rechifla respecto a la sustitución de lo "nacional" por lo "estatal". Este es parte de su desahogo: "Con independencia de lo que afirme la Constitución española (observe que en su frontispicio ostenta una profesión de fe nacionalista que firmaría perfectamente Franco), España es un Estado en el que coexisten varias naciones [...] Lo verdaderamente ridículo, maese de Miguel, es ir por ahí denostando y ridiculizando las legítimas aspiraciones nacionales de las naciones periféricas peninsulares encaramado (o sumergido) en un nacionalismo furibundo y obsesivo como el que usted rezuma en cada uno de los párrafos que escribe". Y se queda tan tranquilo el hombre. O sea, que España es lo que prescribe don Aitor, no lo que dice la Constitución. Aun suponiendo que yo fuera nacionalista –cosa que dudo– no entiendo por qué mi nacionalismo va a ser "furibundo y obsesivo" mientras que el de don Aitor es legítimo. No entiendo lo del frontispicio franquista de la Constitución. Supongo que se refiere el "Preámbulo". En él se recoge, por ejemplo, que "la Nación española […], en uso de su soberanía, proclama su voluntad de […] proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones". ¿Se atrevería a suscribir ese propósito una hipotética Nación vasca independiente? Creo que no. ¿Quién es, entonces, el furibundo y el obseso?

Me sigo preguntando por qué los nacionalistas necesitan insultar para defender sus posiciones. Me lo aclara una misiva del fidelísimo José María Navia-Osorio en la que comenta: "La izquierda encuentra muy normal ir a insultar a casa del enemigo político. Recuérdese el asalto a las sedes del PP. Es una agresividad que, cuando encuentra resistencia, les sirve para acusar de crispador al agredido". El comentario bien puede valer para los nacionalistas. Por cierto, no sé por qué se hacen llamar "peninsulares". ¿Es que no pueden ser de Baleares o Canarias? ¿Incluye a los portugueses? La explicación está en que "peninsular" es un ñoñismo para no tener que pronunciar la vitanda categoría de "españoles".

Óscar Prats, contumaz adalid del nacionalismo catalán, insiste en que "el catalán no es una lengua regional. Es la lengua nacional de Catalunya, que se habla, por ejemplo en l’Alguer, aunque poco". Rebate don Óscar otra afirmación mía: "Lo que provoca España [a los nacionalistas catalanes] es mayoritariamente indiferencia, [no odio]". Desde luego, los continuos alegatos de don Óscar demuestran cualquier cosa menos indiferencia hacia España. No he podido averiguar por qué los nacionalistas necesitan odiar y disimular ese odio. Pido ayuda para resolver el enigma.

Enric Piñol me espeta: "No me gusta el tono que emplea con nosotros, los catalanes, pues, mal que le pese, usté [sic] cae a cuatro patas". No entiendo bien eso de las "cuatro patas". Supongo que es un dicho traducido del catalán, pero suena fatal. Tampoco me cabe lo del tono que empleo con los catalanes. No sé si he dicho que uno de los amigos más fieles que he tenido, Pancho Marsal, era (pues ya murió) catalán. Supongo que don Enric, cuando habla de catalanes, se refiere a los catalanes nacionalistas. Pancho llevaba ocho apellidos catalanes, pero no era nacionalista. Afirma don Enric: "Los catalanes vivimos en catalán". ¡Qué soberbia! Yo le aseguro, don Enric, que hay algo así como tres o cuatro millones de catalanes que viven en castellano. ¿Dejarán por eso de ser catalanes? ¿La mayoría de los mexicanos dejarán de serlo por vivir en español? Comprendo ahora que los que mandan en Cataluña aspiren a que desaparezca el castellano de su nación. ¡Qué idea tan mezquina tienen de Cataluña!

Juan Pedro López Núñez (Premià de Mar, Barcelona) describe muy bien la situación lingüística y política de Cataluña. Era un país de tres millones de habitantes en el que las tres cuartas partes hablaban catalán. Ahora ese país cuenta con siete millones de habitantes y más de la mitad son castellanoparlantes. Pero resulta que los catalanoparlantes son los que mandan y "quieren que todo el mundo [en Cataluña] pase por el tubo de tener que hablar su lengua. ¿Es eso democracia? Pero ha surgido un movimiento llamado Ciutadans de Catalunya que se ha propuesto que Catalunya siga siendo bilingüe para mayor enriquecimiento de nuestros hijos que así se salvarán de la ignorancia supina a que están sometiendo a la infancia y adolescencia estos descerebrados del Tripartito que no es otra cosa que el brazo abertzale del capital catalán miedoso de perder privilegios".

Transmito la opinión de Carmen B. Fernández (Barcelona) sobre un asunto asaz polémico:

Artur Mas ha asegurado en el programa "59 segundos" de TVE que el nivel de castellano de los alumnos de Cataluña es igual al del resto de España. Habrá que recordar a Mas el resultado de la última evaluación efectuada por el Instituto Nacional de Evaluación y Calidad del Sistema Educativo (INECSE), en el que se ponen de manifiesto serias deficiencias de los alumnos de Cataluña en muchos aspectos del castellano, por ejemplo en la expresión escrita o en el dominio de la gramática, con puntuaciones en algunos casos casi 20 puntos por debajo del resto de España. Y en cuanto a literatura los resultados son aún más preocupantes: el nivel de conocimiento de autores y obras de literatura española de los alumnos de Cataluña no llega ni a la mitad del que tienen los alumnos del resto de España. Estas son las consecuencias de la desafortunada política promovida durante 23 años por el propio señor Mas y su partido en Cataluña.

No tuve la dicha de ver el programa citado, así que no intervengo en la polémica. Solo digo que me asombra que don Artur no esté satisfecho con la sustitución del idioma castellano por el catalán en Cataluña. Es lo que corresponde a un buen nacionalista.

Republicae cuenta una visita a Barcelona, concretamente al templo de la Sagrada Familia. El sacerdote anunció que la misa iba a ser "internacional". Así fue, se realizó en catalán, francés e inglés. El anónimo corresponsal, castellanoparlante, siguió la ceremonia a través del catalán, pero comprobó que algunos fieles hispanoamericanos que allí estaban no se enteraron de la misa la media; nunca mejor dicho. Opina Republicae que ha sido un error prescindir del latín en la liturgia católica. Estoy de acuerdo con ese sentimiento. Por otra parte, entiendo la necesidad que tienen los nacionalistas catalanes –curas incluidos– de sustituir el castellano por el inglés o el francés.

Jorge Eixeres (Barcelona) insiste en que "la persecución de que está siendo objeto el castellano en Cataluña. Simplemente pretenden quitarlo de la circulación [...] No solo a los alumnos se les prohíbe educarse en la lengua que elijan sus padres, sino que, una vez finalizados sus estudios –incluso universitarios– cometen faltas ortográficas y gramaticales de bulto". Por mi parte digo que ese nuevo analfabetismo se extiende a toda España, aunque quizá sea más notorio en Cataluña y no sé si en el País Vasco. Tengo la esperanza de que en esas regiones bilingües los estudiantes escriban correctamente el inglés. Es su única salvación.

María Palacios señala la castellanofobia de ERC al boicotear el pregón de las fiestas de la Merced en Barcelona. La razón era que el pregón se leía en castellano. Otros años se había leído en francés, inglés o en otras lenguas y el suceso no había merecido ninguna queja.

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