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Jorge Valín

El camarada Solbes nos sube los impuestos

Nos dicen que la culpa de esta situación insostenible la tenemos nosotros, por querer ducharnos y usar el aspirador, cuando los únicos responsables de tan nefasto panorama han sido los fatales controles de precios al estilo soviético.

Cuando a una persona normal no le funciona algo, lo cambia. Si usted tiene un método que sólo le aporta costes y ningún beneficio lo abandona para reemplazarlo por otro que le dé mayor utilidad. Los incapaces hacen lo contrario. Cuando algo no funciona siguen con el mismo sistema aunque reviente y después culpan a otro de su fracaso. Esta última forma de actuar es la que caracteriza al gobierno: el responsable de que Cuba sea una ruina no es el comunismo, sino los norteamericanos; el fraude fiscal no se debe a los altos impuestos, sino a la codicia de los contribuyentes; que la gente no ahorre no se debe a los elevadísimos impuestos y políticas monetarias expansivas, sino al consumismo enfermizo de los ciudadanos. Y en fin, así todo.

Ahora Solbes ha dicho que se verá forzado a subir las tarifas eléctricas y agua porque el "sistema actual no es sostenible". La culpa –no falla– es nuestra porque gastamos demasiado.

Como el sistema socialista no funciona, y en esto Solbes tiene toda la razón, el ministro ha decidido seguir con el mismo régimen. Y es que el incapaz no aprende nunca. El razonamiento de Solbes es imponer un precio "disuasorio que discrimine" a los consumidores para conseguir "criterios económicos de mayor eficacia", es decir, más impuestos. Mientras que este carácter disuasorio y la eficiencia se crean solos en un escenario de libre mercado, siendo además el resultado de nuestras decisiones, Solbes nos excluye del proceso creyendo que él nos representa mejor porque es más ilustrado, justo y responsable que nosotros mismos. Es decir, que somos idiotas; debe ser por eso que le votaron.

El libre mercado, que no es más que la gente interactuando, ya equilibra solito la oferta y demanda por medio de la variación de precios generando así beneficios para todos, ya seamos consumidores o accionistas. En cambio, cuando es el Estado quien emula el sistema de libre mercado manipulando los precios con impuestos (sistema Solbes) sólo hay un ganador: el propio Estado. Ni los consumidores ni las empresas ganan en este proceso, que provoca una continua escasez y precios más altos. Las medidas de Solbes no van a arreglar ningún problema; sólo lo aplazarán en el tiempo. Y es que, en el fondo, la decisión del gobierno no es más que otra medida recaudatoria.

Además de vaciarnos la cartera hemos de escuchar cómo nos vilipendian. Nos dicen que la culpa de esta situación insostenible la tenemos nosotros, por querer ducharnos y usar el aspirador, cuando los únicos responsables de tan nefasto panorama han sido los fatales controles de precios al estilo soviético impuestos por el gobierno. En la antigua URSS los precios también eran designados por los altos burócratas y, al igual que ocurre ahora con nuestra agua y energía, se producían carestías que sólo pagaba el ciudadano.

La solución, camarada Solbes, no es rebajar nuestro nivel de consumo a cotas de países tan "modernos" y "avanzados" como Zimbabwe –que consume 10 litros de agua por persona y día tal y como le gustaría a nuestro ministro–, sino que quienes no somos burócratas tengamos libertad de elección, que seamos nosotros quienes dictemos los precios, que seamos nosotros quienes digamos quién nos suministra agua o electricidad y quién no. La solución consiste en llevar a cabo privatizaciones bien hechas, y eso significa eliminar impuestos a consumidores y empresas, desregular, liberaliza, y dar entrada libre a la competencia e innovación. Privatizar no es sacar a bolsa Endesa o Repsol; eso no fue más que otra estrategia para engordar las arcas estatales.

El control de precios y planificación central fueron las principales responsables del sufrimiento de millones de personas bajo el comunismo y, finalmente, de su desaparición. Eliminémoslo de España también.

En Libre Mercado

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