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Juan Carlos Girauta

Habrá tripartito

Si los protagonistas del tripartito lo desean, gobernarán de nuevo. Con Carod como conseller en cap, rehabilitado, reivindicado y desagraviado. Y reclamando la paternidad del "proceso de paz" al que Rodríguez ha apostado su futuro y el nuestro.

Prima en ambientes madrileños la interpretación de los resultados catalanes en pura clave monclovita o zapaterina. Quienes consideran que el actor decisivo del chalaneo que nos espera es un señor con cejas circunflejas, ven negro el futuro de Montilla y dan a Mas por investido. Avalan su previsión con los 11 diputados que CiU le saca al PSC y descuentan la preferencia del PSOE por un regreso al modelo felipista: Cataluña y País Vasco para los nacionalistas y el resto pa la saca.

Sin embargo, los representantes del PSC no han esperado un segundo a declararse dispuestos al sacrificio de seguir gobernando. Desde que habló Iceta al cierre de las urnas hasta que lo hizo Montilla, su postura es nítida: CiU ha sido la gran perdedora porque el actual gobierno (PSC e Iniciativa) suma más escaños que ellos. Punto. Al adelantarse a Ferraz con esta peculiar línea hermenéutica, los del PSC no dejan de señalarles el camino a sus supuestos jefes, que tendrían que pagar ahora el coste de una crisis interna difícil de esconder si salieran con la cantinela de que lo lógico es que gobierne el partido ganador. Cantinela que, por otra parte, habrían de tragarse cuando el PP gane las próximas generales por mayoría simple.

Si los protagonistas del tripartito lo desean, gobernarán de nuevo. Con Carod como conseller en cap, rehabilitado, reivindicado y desagraviado. Y reclamando la paternidad del "proceso de paz" al que Rodríguez ha apostado su futuro y el nuestro. La cuestión es si ERC desea más tripartito o no. Bien, ¿por qué no lo iba a desear?

Nunca antes había gozado la Esquerra del peso que ha consolidado desde aquellos 23 diputados de noviembre de 2003. La bajada a 21 no la consideran ni siquiera un fracasito. La consideran un éxito apabullante porque, según ellos, se han sobrepuesto a su linchamiento masivo. Carod ha convencido a muchos catalanes de que su caso es similar al de Dreyfus. De hecho, hay un libro consagrado a vender tan cochambrosa mercancía intelectual.

Para ser felices, los independentistas necesitan coche oficial y presupuesto; y la respetabilidad que adorna de entrada a cualquier gestor público. Todo eso lo obtuvieron en 2003 en el Tinell, desconcertando a toda la prensa española –que daba por hecha la coalición nacionalista– y engañando como chinos a los convergentes.

Se dirá que todo aquello también pueden tenerlo con Mas. Pero eso es olvidar que ERC desea medio gobierno, laconselleria en capy el efectivo control operativo del ejecutivo, con un presidente a lo Maragall, una reina madre. Y Mas no va a decorar una gestión ajena, pues también quiere decidir las políticas de la legislatura y desarrollar el estatuto a la medida de sus intereses, que son los de toda una casta. Montilla sí se avendrá a ser el mascarón de proa de la Generalidad, figura con una gran ventaja: casi no hay que hablar. Por estas y por otras razones se reeditará el tripartito, creo.

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