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EDITORIAL

Y otro modelo referencial para el País Vasco

Los nacionalistas incluso se marcharon al archipiélago finlandés de Åland a examinar el dictamen de la fracasada Sociedad de Naciones de entreguerras sobre la soberanía de las islas.

Si no fuera tan serio de lo que estamos hablando, se podría pensar que los múltiples ejemplos buscados por el nacionalismo vasco como modelo para su proceso separatista no son sino una excusa para un buen número de vacaciones a cargo del presupuesto. Es al fin y al cabo lo que sucede con muchos de los hermanamientos de tantos y tantos ayuntamientos, que resultan una mala excusa para viajar de gorra. Una labor en la que destacó el entonces alcalde de Pinto, socialista, que se tiró dos meses viajando por Latinoamérica a fastos pagados, hasta que el escándalo le obligó a abonarlos de su bolsillo.

La última y extraordinaria adquisición para el catálogo nacionalista de modelos referenciales ha sido Montenegro. O, para ser más exactos, la última adquisición de los más recientes conversos a la fe de Arana, los socialistas vascos; los nacionalistas de toda la vida –como Otegi o Ibarretxe– ya se habían fijado en él con motivo del referéndum con el que se independizaron. Claro que entonces Javier Solana dijo que "rayaba en el delirium tremens" hacer cualquier comparación entre un caso y otro. Es de esperar que ahora se calle o sea denunciado como un peligroso miembro –otro más– de la derecha extrema.

Y es que hasta hace bien poco los únicos que deliraban con modelos que copiar para buscar una legitimidad internacional a sus deseos de secesión eran los nacionalistas de Batasuna-ETA o del PNV. Bueno, y Madrazo, aunque él, más que un modelo de independencia, lo que buscaba en Cuba era uno de tiranía comunista, que es lo que gusta en Izquierda Unida. Los nacionalistas han escarbado en el estatus de Puerto Rico con respecto a Estados Unidos, examinado el pasado colonial de Angola y su independencia de Portugal, revisado el Tratado de Utrech para ver qué características de Gibraltar podían copiar para el plan Ibarretxe; incluso se marcharon al archipiélago finlandés de Åland a examinar el dictamen de la fracasada Sociedad de Naciones de entreguerras sobre la soberanía de las islas. Y, por supuesto, las repetidas menciones a Irlanda y Quebec.

Pero de un tiempo a esta parte, después de tomar la decisión de avanzar en la destrucción de España, los socialistas vascos no hacen otra cosa que imitar a los demás partidos nacionalistas en su afán por apuntarse a cuanto modelo referencial haya suelto por el mundo. Si hace unas semanas fue Quebec, hoy ha sido Montenegro. Entonces ya argumentamos que la única función de estos ejemplos no es copiar el modelo, que en este caso exigiría una guerra civil entre hermanos durante una década previa a plantearse la independencia, sino coger de él sólo lo que interesa. Y en este caso, como en el de Quebec, lo que interesa es el referéndum de secesión

Patxi, el hombre que renunció a su apellido por no sonar suficientemente vasco, lo ha dejado claro: "Los socialistas subrayamos el derecho de la ciudadanía vasca a seguir decidiendo su propio futuro de acuerdo con el método utilizado en Montenegro". Especifica así las palabras con que Zapatero dio inicio oficial a unas conversaciones con ETA que llevaban años produciéndose. Entonces, Zapatero no especificó la manera en que los vascos ejercerían su "derecho a decidir". No era el momento y, de hecho, De la Vega hasta negó que hubiera hablado de autodeterminación. Hoy, después de unos meses de propaganda, parece que ya se puede. Y después de aceptar las reivindicaciones de los etarras, se quejarán cuando los acusen de traicionar a los muertos.

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