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Condenado Sadam

Maliki dice creer que con su ejecución y la de otros criminales "los que apuestan por el retorno al poder bajo la bandera de Sadam verán hundirse su juego". Si fuera tan sencillo se hubieran desplomado cuando cayó en manos americanas hace casi tres años.

Por muchas primeras páginas que ocupe la noticia no hay materia para llamarse a engaño. Se trata de una satisfacción más simbólica que real para la mayoría de los iraquíes y una nueva dosis de alimento para el victimismo de la minoría árabe sunní. Otros actores más periféricos tratarán también de sacar su tajada y arrimar el ascua a su sardina pero no hay nada en esto que pueda aportar un cambio apreciable a una situación deprimente.

De entrada, el siniestro personaje seguirán coleando durante muchos meses y enfrentándose a otros juicios de mucha más entidad. El primer ministro, el chií Maliki, espera verlo colgado de una soga para la próxima primavera pero el juego de apelaciones puede todavía tener cuerda para un año. Y los kurdos, que no abrigan para el dictador sentimientos más delicados que los de los árabes chiíes, quisieran que dure lo suficiente para que se desarrolle el proceso que les concierne, de mucha más entidad del que ahora le ha valido una pena de muerte. Ha sido condenado por fusilar a 130 varones de todas las edades de un pueblo en cuyas proximidades sufrió un atentado cuando su comitiva pasaba por la carretera. El infame anfal, la represión contra los kurdos, se cobró no menos de 50.000 vidas demostrables, probablemente el doble.

Maliki dice creer que con su ejecución y la de otros criminales "los que apuestan por el retorno al poder bajo la bandera de Sadam verán hundirse su juego". Si fuera tan sencillo se hubieran desplomado cuando cayó en manos americanas hace casi tres años. La realidad es que la resistencia de la minoría árabe suní en sus formas religiosas y laicas no ha hecho más que crecer desde entonces. Dulaimi, su abogado principal, ve con la condena "abrirse las puertas del infierno en Irak, ahondarse la divisoria entre sectas..." Lo tranquilizante es que están tan abiertas, las divisiones son tan profundas, que poco más cabe esperar en lo que a violencia asesina se refiere. El recién acabado ramadán alcanzó récords sangrientos. Después una semana de baja en las actividades mortíferas y vuelta a las andadas ya antes de que se conociera la sentencia.

Se puede discutir la denominación de guerra civil, porque las milicias de un bando no se enfrentan a tiro limpio a las del contrario. Secuestran civiles en sus casas, los torturan y arrojan los cadáveres maniatados a los basureros. Puede ser peor, mucho peor, cuando todos empuñen las armas y choquen frontalmente, y entonces la implicación de los vecinos resultará inexorable. Pero no será por una sentencia más o menos contra Sadam.

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