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EDITORIAL

Ciutadans o la regeneración del PPC

¿Cómo va a denunciar ahora el PP catalán, no ya los delirios ideológicos, sino los corruptos desmanes del nacionalismo, si ficha a uno de sus presuntos protagonistas? Pues eso, como hasta ahora.

Lo malo del supuesto de que el Partido Popular no deba ver a Ciutadans como una amenaza, con el argumento de que este último partido se puede nutrir exclusivamente de la izquierda no nacionalista, es que toma a la derecha liberal y no nacionalista como un mercado cautivo de la formación que dirige Josep Piqué. Y nada desincentiva tanto los cambios como los monopolios.

Ya han sido muchos los catalanes, sin embargo, que en estas elecciones autonómicas han huido de ese cautiverio y han votado a la formación que lidera Albert Rivera. En el futuro, sin embargo, deberán serlo muchos más si de verdad queremos que el Partido Popular en Cataluña deje de ser esa permanente y gratuita oferta de apoyo a un nacionalismo que, encima, lo desprecia ante notario.

Tal y como señalamos tras las últimas elecciones, "no debía ser necesario" un mayor deterioro electoral en el PP en Cataluña para la regeneración de un partido que tan buenos resultados y mejores expectativas tenía cuando hacía un verdadero y desacomplejado discurso contra el nacionalismo. Sin embargo, sí parece que lo sea, vista la escasa sensibilidad de unos dirigentes que, como los del PP, se niegan a admitir y a aprender del fracaso electoral, por muy similar que haya sido, proporcionalmente y en número de votos, al cosechado por los socialistas.

Prueba de esa insensibilidad es que no sólo sigue Piqué, sino que un posible giro en su discurso le sigue resultando a este dirigente tan "provocador" como sería hablar en castellano en el Parlamento catalán. O como sería atreverse a desmentir de inmediato a quienes, como Montilla, decían eso de que "hasta Piqué considera que Cataluña es una nación". La funesta proximidad de Piqué al nacionalismo catalán sigue siendo tan estrecha que, no contento con ofrecer su apoyo a CiU, no contento con fichar entre las filas nacionalistas a supuestos conversos que sólo lo son cuando se les garantiza una privilegiada candidatura en el PP, los eleva ahora a responsabilidades como las de hacerse cargo de la política económica del grupo parlamentario.

Tal es el caso de Enric Millo, miembro de UDC hasta el mismo momento en que obtuvo el liderazgo del PP en Gerona para ser, posteriormente, su cabeza de lista. Nada tenemos que objetar a la sincera evolución y cambio ideológico de las personas. Pero todo, a las supuestas "conversiones" que consisten en el abrazo de un oportunismo, nada hostil, dicho sea de paso, con el nacionalismo. Más aun si van lastradas, como es el caso, de imputaciones de financiación irregular en beneficio de su anterior partido.

¿Cómo va a denunciar ahora el PP catalán, no ya los delirios ideológicos, sino los corruptos desmanes del nacionalismo, si ficha a uno de sus presuntos protagonistas? Pues eso, como hasta ahora.

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