Menú
Luis Hernández Arroyo

Gente encantada de conocerse

En España, gracias a la suma de las dos cifras, es decir, al aumento del PIB nominal que es el 7,7%, y gracias además a que los impuestos no están corregidos a la baja por la inflación, los ingresos fiscales han crecido más que ese 7,7%.

Si hacemos caso de Don Miguel Sebastián en su despedida e ingreso en la política de verdad, la economía va viento en popa. Crece a un 4%, los emigrantes son una bendición y todo es de color rosáceo... gracias a él y a Zapatero, naturalmente.

Un crecimiento del 4% es ciertamente envidiable. Lo que no dice el sibilino Sebastián, es que él –y Solbes: vaya tándem– están viviendo en una nube, no sólo por esa espléndida tasa de avance sino porque la inflación, ¡ay!, está en el 3,7%. Un crecimiento del 4% beneficia a los españoles; una inflación del 3,7%, obviamente, les perjudica. Entonces, ¿cómo afirmo que viven en el mejor de los mundos estos dos máximos espadas de la economía? Pues porque, en España, gracias a la suma de las dos cifras, es decir, al aumento del PIB nominal que es el 7,7%, y gracias además a que los impuestos, en este bendito país, no están corregidos a la baja por la inflación, los ingresos fiscales han crecido más que ese 7,7%.

Como se puede ver en el cuadro adjunto, del Ministerio de Economía, en lo que va de año los ingresos de las administraciones públicas han aumentado un 9,3% sobre el mismo periodo de 2005. Sólo los impuestos directos aumentan un 15%.

 

  Acumulado a fin de mes  

2005

2006

% Variación

Estado

Autonomías y ayuntamientos

Total

Estado

Autonomías y ayuntamientos

Total

Estado

Total

Total ingresos no financieros

92.093

30.902

122.995

99.683

34.753

134.436

8,2

9,3

Esto, en lenguaje llano, quiere decir que estos caballeros nos hurgan el bolsillo con mayor eficacia cada año. Y todo, con esa anestesia llamada inflación, que es mala para todos (no nos suben el sueldo un 7,7%) menos para los políticos, que se llevan un plus gracias a esa falta de ajuste en nuestros impuestos que todo gobierno decente lleva a cabo (digamos que Rato, otro máximo espada de la economía, tampoco miraba el asunto muy de cerca).

Resumiendo: 9,3% menos 7,7% dan un margen de latrocinio de guante blanco cada año; ¡así cualquiera consigue equilibrar el presupuesto! Equilibrio ficticio, pues no es sostenible. Y no lo es porque esos ritmos de ingresos, y de crecimiento, no lo son, mientras que los gastos, como se decía antes, son "rígidos a la baja": crean adicción política, mucho más cuando España se rompe (al menos institucionalmente) y cada nuevo surrealista –pero real– "miniestado" pide más gasto para sí y menos aportación al gobierno. Ergo una bomba de relojería para la deuda pública. No es raro que alguien se considere "un tipo único".

En Libre Mercado

    0
    comentarios