Menú
EDITORIAL

Llega Maragall, que el cielo proteja a Airbus

¿Qué opinan Daimler Chrysler y el resto de accionistas de referencia, del alarde de Maragall, en medio de los esfuerzos del nuevo equipo de EADS por recuperar la confianza en Airbus tras los reiterados retrasos en la entrega del A350?

La indiscreción de Maragall al revelar que quiere para sí una privilegiada cesantía laboral como consejero de EADS constituye su último abrazo de judo a Zapatero. A traición, con el Comité Federal del PSOE aún humeante por las críticas al fiasco de Miguel Sebastián, el aún presidente de la Generalidad ha utilizado uno de sus últimos actos institucionales para hacer público que se hará recomendar por el presidente para entrar por la cara en el Consejo del consorcio constructor de Airbus.
 
"Ya le he dicho a Zapatero que me gustaría estar representando a España, y creo que pronto estaré", ha dado a conocer, con ese desparpajo ante los privilegios a la vez presuntuoso y despreocupado, típico de gobernantes socialistas que piensan que las instituciones son autoservicios de abastecimiento exclusivo para su despensa de ambiciones.
 
A la obscena exhibición de despotismo que supone auto-asignarse el único puesto del que dispone España para defender la inversión de los contribuyentes en el capital de EADS, únanse la desvergonzada codicia por su alta retribución –200.000 euros brutos de media recibió cada consejero del Consorcio en 2005– y el desprecio atrabiliario por los mecanismos de postulación de órganos societarios de una empresa cotizada y, por ello, sometida a estrictos controles de transparencia y reputación, en la que la participación de la SEPI pública española es del 5,5%, y donde Maragall pretende entrar por el artículo 33 del código del trapicheo político.
 
Su referencia a un acuerdo con Zapatero sobre lo suyo en EADS, del que el presidente del Gobierno no ha dado el más mínimo detalle, representa una escandalosa muestra del poder autoritario, nepotista y caribeño con el que el PSOE interviene en las instituciones.
 
El apaño de privilegios para un miembro de la casta en fase de retirada no puede sorprender, viniendo de un Gobierno que, en estos dos años, ha intentado –chapuceramente, todo hay que decirlo– poner el BBVA en manos de un ex empleado despechado y entregar Endesa al banco que becó a Montilla con seis millones de euros, sin provecho ni ilustración aparentes en el bachiller. El asalto al puesto de España en el consorcio aeronáutico es sólo otra entrega más de una fecunda tradición de allanamientos de la esfera privada, de la que Zapatero y su mentor Maragall –a quien el presidente debe todo lo que hoy es, y a quien pretende recompensar con un retiro dorado a costa de los intereses de los contribuyentes– son sus exponentes contemporáneos más  destacados.
 
Y como en episodios anteriores, otra empresa vuelve a estar en la picota por las prácticas abusivas de este clan de codiciosos. ¿Qué opinan Daimler Chrysler y el resto de accionistas de referencia, del alarde de Maragall, en medio de los esfuerzos del nuevo equipo de EADS por recuperar la confianza en Airbus tras los reiterados retrasos en la entrega del A380?
 
Un Gobierno comprometido con la inversión de España en EADS ya habría desautorizado tajantemente a Maragall. Ni el vicepresidente Solbes ni el ministro Clos y, ni mucho menos Zapatero, lo harán. La razón es muy sencilla: Maragall ha dicho la verdad, y lo suyo para la jubilación ya lo ha arreglado con Zapatero. Después de asignarse una pensión vitalicia como ex presidente de la Generalidad de más de 100.000 euros al año, ahora se arroga un puesto de altos ingresos e influencia que le permitirá hacer lobby a favor de las empresas catalanas interesadas en ganar contratos de suministros con EADS. Si sus aptitudes son las mismas que demostraron Zapatero y el Tripartito en la OPA de Gas Natural sobre Endesa o en la huida de Iberia de El Prat, que el Cielo proteja a Airbus.

Temas

En Libre Mercado

    0
    comentarios