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Amando de Miguel

El diccionario loco

A mi modo de ver, tanto ser cojo como monorquídico no es razón para vituperar a nadie.

A propósito de la denominación de "Museo de la Ciencia y la Tecnología", Juan Jimeno opina que no estorba esa aparente redundancia. La razón es que "dar por sentado que a la ciencia le acompaña la tecnología es mucho suponer. De la investigación teórica a la aplicación práctica va un largo trecho que muchas veces no llega siquiera a recorrerse". El razonamiento es correcto, pero la confusión procede de que "tecnología" debería ser más bien el aspecto teórico de los procedimientos técnicos. Realmente es al revés, la parte aplicada o práctica del conocimiento científico. Acaba siendo el conjunto de cachivaches de aspecto industrial o incluso artesanal. Para muchos chicos lo de "tecnología" se reduce a "trabajos manuales".

Jorge Brosa, a propósito del aparente pleonasmo, personas humanas, concluye que no es tan ocioso, pues "sí hay personas inhumanas". Es más, añado yo, el carácter inhumano solo se puede predicar de las personas, no de los animales.

Luis Arcos anda intrigado con la voz maquietista, que no aparece en los diccionarios. Supone don Luis que es parte de la jerga del teatro. Solicito ayuda a algún libertario que nos ilustre sobre el particular.

Agustín Fuentes asegura que hay palabras enrevesadas que tienen su lógica. Cita un pegamento: trimetoxitrietoxisilil. Se descompone así:

tri = tres
met = molécula con cuatro C y cuatro H
et = lo mismo con tres
oxi = oxígeno
silil = algo de silicio

Algo parecido ocurre con la ortopantomografía dental. La descompone bonitamente don Agustín de esta forma:

orto = noventa grados
pan = panonimia
tomo = corte o sección
grafía = visualización

Una observación curiosa de don Agustín. Oyó decir al actual presidente del Gobierno que contaría lo de la rendición a la ETA "cuando dejara de ser presidente". Añade don Agustín: "Esto lo decía en la inauguración de una fábrica de puertas".

Joaquín Gómez Sáenz-Messía desea saber qué palabra traduce "el frente del altar". Supongo que se refiere al ara, que es una arqueta consagrada, que se empotra en medio del altar, sobre la que se celebra la consagración en la misa. No se me alcanza que el frontal del altar tenga una palabra especial. Pero, de haberla, algún libertario lo sabrá.

José Luis tiene interés por saber si "existe una palabra cuyo significado es que el varón solo tiene un testículo". Claro que existe: monorquidia. Añade:

Viene a cuento de que Carmen Rigalt escribió un artículo titulado:"El hombre monotesticular" en el cual nos veía a nosotros los cojos como seres descompensados de testículos. La escribí expresándola mi indignación por el calificativo denigrante para un colectivo como el de los minusválidos y además su falta de léxico, junto con la ira de la de otros muchos, e incluso en internet se escribieron muchas páginas a su costa, por el revuelo que armó. De hecho ni siquiera se disculpó, ni falta que hace, pues las ofensas las hace quien puede no quien quiere.

A mi modo de ver, tanto ser cojo como monorquídico no es razón para vituperar a nadie.

Guillermo Cuevas (antiguo alumno de buen recuerdo) me comunica que le suena mal lo de "Plan Hidrológico". Sugiere que tendría que ser "Plan Hídrico". En efecto, lo hídrico es lo referido al agua, e hidrológico lo que tiene que ver con la ciencia del agua. No obstante, tenemos otra opción que ya se empleó cuando los socialistas propusieron en los años 30 el trasvase del Ebro como un "plan hidráulico". (Aquellos eran socialistas de verdad). Lo hidráulico se refiere al agua embalsada que se mueve por tuberías o canales. Lo contrario de los planes hidráulicos es el "blindaje" de los ríos por los gobiernos de los territorios ribereños. En ello estamos.

Antonio Saiz comenta que el DRAE recoge el verbo peticionar, palabro que él aborrece. En efecto, "peticionar" figura en el DRAE como un americanismo para indicar la acción de presentar una petición o solicitud a las autoridades. Estamos ante la consabida cadena de los verbos que salen de los sustantivos. Por ejemplo, influir-influencia-influenciar. Por lo mismo pedir-petición-peticionar. Es verdad que se debe poner un límite a ese tipo de cadenas, pero aceptémoslas en sus justos términos. No es lo mismo pedir que peticionar. Tampoco es igual el pedigüeño (el que suele pedir con escasa oportunidad) que el peticionario (el que solicita algo de un organismo con todo derecho). Del verbo pedir salen otros varios brotes: petitorio, pedida, pedido, pedidor, pedimento. No hay razón para podarlos.

Eduardo Fungairiño se refiere a la compleja cuestión de cómo designar a las personas que presentan algún cuadro de minusvalía o de lesiones que disminuyen su capacidad física o psíquica. Oficialmente se habla de "discapacitados". En el Club de Veteranos de la Paraplejia, al que se honra pertenecer, don Eduardo se ha propuesto llamar "verticales" a las personas que no necesitan sillas de ruedas. También se ha hablado de "bipedestantes" como contraste con los "sedestantes". Está bien lo de tomarse estas cosas con cierto sentido del humor. Es lo mejor para contrarrestar la pérdida de movilidad o de agudeza sensorial que significa la condición de minusvalía o de discapacidad. Tampoco me gustan esas palabras. Desde luego, nadie diría que don Eduardo es una persona que "valga menos" o que es "poco capaz". No puede caminar; eso es todo. Lo de "verticales" me permite recordar que en los tiempos de la sicalipsis se llamaban "horizontales" a las prostitutas elegantes. En El Escorial hay un famoso restaurante llamado "Horizontal" que resulta sumamente evocador. El marbete se lo pusieron por razones estrictamente topográficas.

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