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Amando de Miguel

Hablas regionales

El jamón o pernil se ha convertido hoy para los españoles en una expresión del buen gusto, del placer gastronómico.

Benjamín Berdiales Fraga corrige mi afirmación de que la primera vacuna se empezó a utilizar con vacas, y de ahí su nombre. Don Benjamín, mucho mejor informado que yo, arguye que el descubridor de la vacuna, Edward Jenner, en el siglo XVIII, comprobó que algunas personas, enfermas de una viruela de las vacas o vacuna, resultaban inmunes a la variante humana de la viruela. De ahí la vacuna pasó a ser un genérico para cualquier método controlado de inmunización contra diversas enfermedades infecciosas. Se agradece la información de don Benjamín.

Guillermo Martí Giménez asegura que la voz pernil (derivada de "pierna") "se emplea en casi toda España" y no solo en Cataluña. Por tanto, es "100% castellano", mientras que jamón (derivada de jambe) es un galicismo. Alguna razón tiene don Guillermo, solo que la palabra jamón, precisamente por exótica, adquiere más prestigio urbano. Por una vía parecida, los ingleses dicen pork (palabra de origen latino) a la carne de cerdo (pig) que está lista para comer. Añado que en el Tesoro de Covarrubias, coetáneo del Quijote, figura pernil como "jamón del tocino" (= puerco ya muerto y despiezado). Así pues, también en el castellano o español del siglo de oro se establecía la distinción entre el puerco (animal vivo; pig para los ingleses) del tocino (carne del puerco). El jamón para Covarrubias es también "la nalgada del tocino". El pernil viene del latín perna (= el anca y muslo del cerdo). En latín el pernarius era el vendedor de jamones. En Andalucía pernear era vender ganado de cerda en la feria.

Para mí, jamón no es un galicismo, en contra de lo que se supone. En español tradicional la pierna del puerco era llamada jamba. Desde luego, jamona (= mujer talluda y gruesa, de buen ver) es una voz bien castiza. La asociación era clara; se trataba de una mujer bien curada por el paso del tiempo y quizá apetitosa para los gustos estéticos de nuestros antepasados. El jamón o pernil se ha convertido hoy para los españoles en una expresión del buen gusto, del placer gastronómico. En las entretelas del alma colectiva quizá resuene el eco de una época pasada en la que los hidalgos debían pasar por cristianos viejos sin trazas de sangre mora o judía. Para esa exhibición del correcto linaje nada mejor que la preferencia por la chacina de cerdo.

Juan Carlos Vázquez Calvo recuerda de su ciudad natal, Córdoba, que en las tabernas solían pedir "un vargas", la versión local del "tinto de verano" (vino con gaseosa). Se trata de una deformación de "valdepeñas y gaseosa", esto es, val-gas y, aun más fácil, vargas. Admite el diminutivo varguitas. No siempre la etimología se reviste de la nobleza del griego o del latín.

Germán Romero Tapia (Medellín, Colombia) me pide que le cuente el origen de estas dos palabras: virgen y piedra. No encuentro ninguna relación cabal entre las dos, a no ser la imagen de la Vírgen del Pilar. Hay muchas imágenes sagradas que se alzan sobre una piedra. En latín virgo-inis equivale a muchacha, doncella, mujer que no ha "conocido" varón (comercio carnal). Paradójicamente esa voz procede de vir-is (= varón). Para la mentalidad de los romanos lo virginal era lo puro, auténtico, no mancillado, cualidades que suponían representadas por los varones de forma eminente. Virtud viene también de vir.

El origen de piedra es más sencillo. En latín y griego petra es tanto como roca, peña, la parte dura de la tierra. Puede que el sonido petr sea onomatopeya del ruido de pisar el barro.

Serafín Tabernero (salmantino residente en Lisboa) me plantea la significación de charros que se da a los salmantinos. En castellano charro es tanto como "rústico, basto, aldeano, tosco, de mal gusto". Posiblemente venga del vasco txar (= malo, pequeño, defectuoso) o quizá de una voz parecida en alguna lengua ibérica perdida. En castellano tenemos zarrio (= harapo, trapo, rodilla). Por contagio, charro significa también en castellano "recargado, de mal gusto". Es posible que esa calificación se atribuya al traje típico del campo salmantino. En México charro equivale a campesino y a la indumentaria de los vaqueros, muy recargada cuando es de fiesta. Hay un cierto parecido entre el traje típico de los charros salmantinos y el de los mexicanos.

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