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EDITORIAL

Incompetencia en inmigración disfrazada de altruismo

La indignación de Rajoy ante la "inmoral resignación" del gobierno ante este drama está más que justificada. Más aún cuando el Gobierno tiene la desfachatez de hacer de su resignación, virtud.

Su manifiesta incompetencia para hacer frente a la inmigración ilegal está llevando a Zapatero a intensificar, de nuevo, la demagogia y la manipulación de los sentimientos como medio de conseguir que los ciudadanos dejen de percibir como problema todo aquello para lo que este Gobierno no tiene solución.

Valga como botón de muestra la reciente y estéril visita de Zapatero a Senegal, de donde ha vuelto sin lograr un solo acuerdo concreto en materia de repatriación y de lucha contra el trafico ilegal de personas. De lo que sí ha hecho gala Zapatero a su regreso es de sus "buenos sentimientos", anunciando una ayuda destinada al liberticida régimen de aquel país empobrecido. Zapatero dice "sentirlo por el ministro de Economia", con el exclusivo propósito de distraer a la opinión publica del hecho de que quien va a costear esa contraproducente y falsa generosidad presidencial no es Solbes sino los forzados contribuyentes españoles.

Aunque la propuesta de Mariano Rajoy de prohibir por ley las regulaciones masivas no tenga en sí misma más valor que la de subrayar y recordar la disparatada y contraproducente política del "papeles para todos" llevada a cabo por este Gobierno, el dirigente popular no está perdiendo ocasión para tratar de lograr en el ámbito europeo algo sumamente importante como es que la UE tenga una política de inmigración común. Ejemplo de ello es su impulso al seminario internacional sobre inmigración, organizado por la Internacional Demócrata de Centro en Canarias donde, por cierto, Rajoy ha sido testigo de la llegada de un nuevo cayuco con 36 personas a bordo, uno de los cuales había fallecido por hipotermia. La indignación de Rajoy ante la "inmoral resignación" del Gobierno ante este drama está más que justificada. Más aún cuando el Gobierno tiene la desfachatez de hacer de su resignación virtud.

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