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José García Domínguez

La relogse de la LOGSE

Decía Marx que la ideología dominante siempre es la ideología de la clase dominante. Pues bien, la ideología de los que dominan la clase, la tiza, el pizarrín y el BOE impone obediencia ciega a un único mantra: la tolerancia cero con el talento individual

Sin duda, el peor error intelectual de los que nos hemos pasado media vida conspirando es que nos empeñemos –contra toda evidencia– en repudiar la teoría conspirativa de la historia. De ahí que, por ejemplo, Carmen Calvo, Pepiño, Montilla, la Trujillo y Zetapé nos corten un bachillerato a la justa medida de su talla y nosotros, como los cobayas de Paulov, aún andemos ofuscados en creer que el problema reside en la talla justita de su bachillerato. Y sigamos convencidísimos de que lo suyo no es más que otro fruto tardío de la cándida ingenuidad roussoniana.

E, ilusos, clamemos airados que de ahí viene su equiparar esa neoasignatura de Anatomía Aplicada a la Música con Geografía e Historia, y Danza (a saber) con la Economía. A estas alturas del partido y en la inopia, suponiendo, infelices, que la misión de la educación todavía es transmitir conocimientos. Así nos va. Y así nos seguirá yendo hasta que no descifremos la almendra secreta de la pedagogía progresista. A saber, que la escuela no debe ser una institución al servicio de las necesidades de la sociedad sino que, muy al contrario, es la sociedad la obligada a satisfacer las necesidades de la escuela.

Decía Marx –y decía bien– que la ideología dominante siempre es la ideología de la clase dominante. Pues bien, la ideología de los que dominan la clase, la tiza, el pizarrín y el BOE impone obediencia ciega a un único mantra: la tolerancia cero con el talento individual. Redistribuir la inteligencia de la misma guisa que se colectivizaba la pobreza en el socialismo real, he ahí el alfa y el omega de esa relogse de la LOGSE que se nos viene encima. Y mientras tanto, nosotros, absortos en darle vueltas y más vueltas a la eterna noria del buen salvaje y del salvaje bueno.

Abro por una página al azar un manual escolar de Economía, uno cualquiera. Resulta ser el texto oficial y homologado para el Bachillerato de la editorial McGraw Hill. El capítulo lleva por título "La financiación de la empresa". Parece aburrido: fórmulas y más fórmulas. Teoremas imposibles de memorizar profusamente ilustrados, sin embargo, por imágenes imposibles de olvidar: Marlon Brando en el papel de Vito Corleone. Entre demostración y demostración, el Padrino contempla el botín de sus últimos asaltos. Entre ejemplo y ejemplo, los mecanismos de asignación de recursos en el capitalismo explicados a los adolescentes por don Vito y su corte de gangsters con traje a rayas y sombrero de medio lao. No es una anécdota, es la categoría, la verdadera lección. Y nosotros, preocupados por Rousseau. Así nos va.

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