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Último día de otoño

Es evidente que Zapatero hará todo lo posible por salvar el proceso. Pero será muy difícil que lo logre sin antes derrotar al Estado de Derecho para poder garantizar a los terroristas la impunidad que le exigen.

Acabó el otoño y con él el supuesto plazo fijado por la banda terrorista ETA a Zapatero para desbloquear la negociación entre ambos. Casualmente, en ese mismo momento varios medios de comunicación informaban sobre un supuesto primer encuentro directo entre el Gobierno y los terroristas. El ministro del Interior no desmintió esa información, aunque tampoco la confirmó. Abandonó, eso sí, la cantinela de que el proceso no arranca para situarnos en una nueva dimensión, el proceso se encuentra en su "fase preliminar".

En las semanas previas al fin de este otoñal ultimátum el proceso de negociación ha vivido cierta esquizofrenia. Por un lado, ETA y sus representantes políticos no han cejado de lanzar el mensaje de que el proceso está muerto, hundido, bloqueado y roto. Por otro, Zapatero tampoco se ha cansado de decir que el proceso está vivo, que mantiene las mismas expectativas de paz que cuando lo inició y que no hay riesgo de que ETA vuelva matar.

¿Quién tiene razón? No es fácil responder a esta pregunta en un proceso que no sólo se oculta celosamente a la opinión pública, sino que está plagado de mentiras y dobles juegos desde su mismo inicio. Pero hay tres posibles escenarios tras el final de este otoño.

El primero es que la negociación se desbloquee por cesiones políticas significativas de Rodríguez Zapatero, en dirección a la legalización de Batasuna, el reconocimiento del derecho de autodeterminación del País Vasco o la anexión de Navarra. Este escenario daría lugar a un acuerdo previo en la mesa de partidos, la presentación de Batasuna en las próximas elecciones locales y el inicio posterior de un proceso de normalización del País Vasco que diera satisfacción a las demandas de ETA plasmadas en el acuerdo de la mesa.

El segundo escenario es que el proceso de negociación continué de crisis en crisis, pero sin que ninguna de las partes se atreva a romperlo definitivamente. Este sería el escenario preferido por Zapatero, al menos hasta las próximas elecciones, porque mantendría en la sociedad las expectativas de paz sin necesidad de descubrir el precio que habría que pagar por ella. Es difícil, por el contrario, que ETA pueda consentir esta situación de bloqueo por mucho tiempo.

El tercer escenario es que ETA rompa el alto el fuego. Esta posibilidad tiene a su vez diversas variantes. Los terroristas pueden darlo formalmente por finalizado, pero no atentar por el momento. Es una posibilidad muy poco probable. Los etarras pueden volver también a cometer atentados espectaculares, pero sin victimas, una alternativa mucho más factible. Por último, la peor hipótesis es que ETA vuelva a matar.

Es evidente que Zapatero hará todo lo posible por salvar el proceso. Pero será muy difícil que lo logre sin antes derrotar al Estado de Derecho para poder garantizar a los terroristas la impunidad que le exigen, ganándose al mismo tiempo la complicidad del Partido Popular para poder pagar el precio político que ETA le pide sin arruinarse electoralmente. La conclusión es que la peor hipótesis es al mismo tiempo la más probable. Queda por ver en que medida este proceso le ha servido a ETA para fortalecerse.

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