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Isabel Durán

Campaña de Navidad a Zapatero

Si no existiesen los Reyes Magos, las vacaciones se acabarían el 1 de enero. Este poderoso argumento seguro que es el definitivo para todos aquellos que celebran profusamente las fiestas del Solsticio de Invierno o para un Gobierno que prohíbe casi todo.

Entre la avalancha de mensajes navideños vía móvil o Internet circula uno por la Red que lleva por título "Campaña de apoyo a los Reyes Magos marginados por culpa de un gordo y seboso invasor producto del consumismo compulsivo". Elegir entre el anglosajón americanizado Papá Noel y los cristianos y muy católicos reyes de Oriente seguro que es todo un fastidio en la laicista y antiyanki familia inquilina de La Moncloa. Zapatero debe andar hecho un lío en estas fechas. Le envío parte de esta misiva navideña para que tenga más elementos de juicio y quizás hasta los tenga en cuenta en su Alianza de Civilizaciones.

Los tres venerables ancianos sufren una agresión globalizadora en forma de tipo gordo y barbudo con un ridículo gorro carente del más mí­nimo sentido de la elegancia y del ridículo, con aspecto de dipsómano avejentado, invento de la Coca-Cola. En los años 30, la multinacional adaptó al San Nicolás de la tradición Nórdica y lo embutió a presión en un atuendo con los colores corporativos (rojo y blanco).

Los Reyes Magos, en cambio, son un símbolo multirracial y nunca han causado problemas de inmigración; son ecológicos, utilizan vehí­culos de tracción animal que con su estiércol contribuyen a fertilizar el suelo patrio (nada de trineos, bichos volando y gilipolleces que no existen...); generan mogollón de puestos de trabajo entre pajecillos, carteros reales y la gente que va en la cabalgata; planifican su trabajo y lo hacen discretamente, sin buscar protagonismo, sin colgarse de balcones y sin bajar por chimeneas llenando de porquerí­a todo el salón.

Papá Noel vive en el Polo Norte y por eso es un amargado; los Magos son de Oriente, cuna de la civilización de una elegancia no decadente. Él es un trepa oportunista que trata de aprovecharse del negocio y que no participa en nada de la Navidad, un zoquete que no respeta los sentimientos de los pobres renos y les atiza. En cambio, no hay ningún caso documentado de maltrato fí­sico de los Reyes Magos hacia sus camellos.

Por cierto, si no existiesen los Reyes Magos, las vacaciones se acabarían el 1 de enero. Este poderoso argumento seguro que es el definitivo para todos aquellos que celebran profusamente las fiestas del Solsticio de Invierno o para un Gobierno que prohíbe casi todo.

Desde el absurdo, Feliz Navidad.

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