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Jeff Jacoby

Las protecciones de la Constitución

Cuando el proceso legal es destruido por completo por legisladores más preocupados por bloquear un resultado concreto que por obedecer la constitución que juraron defender, nos dejan a todos –incluidos ellos mismos– más inseguros.

Una demanda presentada en un juzgado de los Estados Unidos la semana pasada acusa a 109 legisladores de Massachusetts de violar la Constitución de los Estados Unidos. Los demandantes son los líderes de VoteOnMarriage.org, una campaña política a nivel local encaminada a enmendar la constitución de Massachusetts definiendo el matrimonio como "la unión de un hombre y una mujer exclusivamente".

Esta semana se cumple un año desde que la enmienda propuesta, habiendo atraído una cifra récord de 170.000 firmantes, fuera pasada al Legislativo por el secretario de estado de Massachusetts. Lo que se suponía que ocurría a continuación está plasmado en la constitución del estado. El Artículo 48 ordena a la Cámara y el Senado que se reúnan conjuntamente y sometan la enmienda propuesta por la iniciativa ciudadana a votación; aquellas que reciben al menos 50 votos en dos sesiones consecutivas son después sometidas a referéndum estatal.

Pero ya hace un año que la Legislativo aplastantemente demócrata rehúsa acatar la ley. El 10 de mayo votó a favor de retrasar la consideración de la enmienda del matrimonio hasta el 12 de julio. El 12 de julio aprobó un receso hasta el 9 de noviembre. El 9 de noviembre, por una votación de 109 a 87, aprobó un receso una vez más, hasta el 2 de enero del 2007. Que resulta ser precisamente el día en que expira la actual legislatura y, con ella, todos los asuntos no finalizados. Si eso sucede, será la segunda vez en cinco años que el Legislativo ha tumbado una enmienda sobre el matrimonio despreciando la Constitución y rehusando abiertamente celebrar la votación.

De modo que los patrocinadores de la enmienda han acudido a los tribunales con la esperanza lejana de que un juez federal ordene a los recalcitrantes legisladores a cumplir la ley y llevar a cabo la votación que la constitución exige o someta la enmienda a referéndum en el 2008 si no lo hacen. (El gobernador Mitt Romney ha presentado una denuncia similar en un tribunal estatal. También los patrocinadores de otra enmienda sobre la sanidad estatal.)

La respuesta que han ofrecido muchos partidarios del matrimonio homosexual ha sido una tortuosa justificación de por qué violar la Constitución de Massachusetts realmente es algo bueno. "Ese asunto no tiene que ver con obedecer la constitución", declaraba a mi colega del Boston Globe Sam Allis, el gerente legal de la sucursal de Massachusetts de la ACLU. "Es arrojar a la constitución por el sumidero". En otras palabras, no se debe permitir que nada ponga en peligro el matrimonio homosexual, ni siquiera la democracia o el respeto a los procesos legales.

No todos los defensores del matrimonio homosexual han sido así de cínicos. "En mi opinión, el Legislativo se ha equivocado", ha escrito Andrew Sullivan, un importante partidario del matrimonio homosexual. "Al negar a los votantes la oportunidad de tener la última palabra sobre el derecho al matrimonio, las fuerzas favorables al matrimonio homosexual han perdido una oportunidad clara de legitimarse democráticamente. Sí, en algunos sentidos, los derechos civiles no deben ser sometidos a votación. Pero muchos detractores de la igualdad en el matrimonio no aceptan la premisa de que el matrimonio civil es un derecho civil para los homosexuales. Yo creo que se equivocan, pero es un desacuerdo honesto".

Las batallas políticas de Estados Unidos serían mucho menos venenosas si hubiera más combatientes que reconocieran que sus detractores no son monstruos o villanos, sino conciudadanos con los que se tiene "un desacuerdo honesto". Y, como observa Sullivan, los actores políticos pierden su legitimidad cuando logran sus fines a través de medios antidemocráticos.

La legitimidad tampoco es todo lo que se pierde. Cuando el proceso legal es destruido por completo por legisladores más preocupados por bloquear un resultado concreto que por obedecer la constitución que juraron defender, nos dejan a todos –incluidos ellos mismos– más inseguros.

Robert Bolt explicaba de manera memorable el motivo en "Un hombre para la eternidad", su drama sobre Santo Tomás Moro. En su famoso pasaje, Moro explica a su futuro cuñado, Roper, que mientras no haya violado la ley, nadie debe ser detenido, ni siquiera "si fuera el diablo en persona".

Roper: ¡De modo que concederías la protección de la ley al diablo!

Moro: Sí. ¿Qué harías tú? ¿Abrir un atajo por encima de la ley para perseguir al diablo?

Roper: ¡Pasaría por encima de todas las leyes de Inglaterra para hacer eso!

Moro: ¿De veras? Y cuando la última ley fuera tumbada, y el diablo se volviera contra ti, ¿dónde te esconderías, Roper, habiendo aplastado todas las leyes? Este país ha crecido fuerte gracias a las leyes... y si tú las talas –y eres precisamente el hombre que puede hacerlo–, ¿crees realmente que podrías permanecer firme frente al viento que soplaría entonces? Sí, concedería al diablo la protección de la ley, por el bien de mi propia seguridad.

Puede que los legisladores del Estado de la Bahía o sus partidarios dependan mañana de ese proceso legal que hoy desprecian con tanta repugnancia. No hay duda de quién puede salir perjudicado sin él.

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