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Thomas Sowell

El nuevo "peligro amarillo"

Ahora hay más estudiantes negros en la Universidad de California de los que había antes de que la discriminación positiva fuera ilegalizada.

Hace cien años se hablaba del "peligro amarillo" debido a la inmigración japonesa y china a Estados Unidos, en general, y a California en particular. Hoy vuelven a escucharse ecos de ese concepto en un titular de portada de la sección de educación del New York Times del 7 de enero:

Con un 41% de asiáticos, Berkeley podría ser la nueva cara de las admisiones basadas en méritos. El problema para todos los demás es que queda mucho menos espacio en los centros universitarios elitistas.

Cualquiera, sea cual sea su raza, que ocupe una plaza en cualquier centro universitario deja una plaza menos para alguien más. ¿Acaso ocupa un asiático americano más espacio que cualquier otro? ¿Es que son todos luchadores de sumo?

Este desagrado mal disimulado por el gran número de asiáticos es un eco del pasado también en otro sentido doloroso. A comienzos del siglo XX, diversos centros universitarios elitistas decidieron que había "demasiados judíos" y fijaron cuotas con el fin de restringir el número de estudiantes judíos admitidos.

Una de las instituciones que no lo hizo fue el College of the City of New York, que admitía estudiantes según sus calificaciones académicas. Parece que los estudiantes judíos de entonces eran un porcentaje superior del total de estudiantes del CCNY al que representan los asiáticos hoy en Berkeley. Dado que el CCNY era una institución académica gratuita y de alta calidad, pasó a conocerse como "el Harvard del pobre".

Eso fue entonces. Pero el CCNY sucumbió hace ya tiempo a los cantos de sirena de "la inclusión" y abrió sus puertas de par en par a todos sin excepción, sin examinar esa cosa tan anticuada de la calificación académica. Ya nadie la llama el Harvard del pobre. Muy pocos dirían siquiera que es pasable.

El largo y farragoso artículo del New York Times –titulado Pequeña Asia en la colina– dedica muchísimo espacio a la raza de los alumnos y muy poco a sus calificaciones y éxitos. Leyéndolo se haría difícil suponer que una universidad tiene un propósito distinto al de presentar un perfil demográfico políticamente correcto.

Pero no sólo omiten cosas, también desinforman. Por ejemplo, el artículo asegura que "en California, el campus asiático, la estricta meritocracia, ha crecido a expensas de los históricamente subrepresentados negros e hispanos". Pero ahora hay más estudiantes negros en la Universidad de California de los que había antes de que la discriminación positiva fuera ilegalizada. A los estudiantes negros no se les deniega una educación universitaria. Han sido redistribuidos dentro de la Universidad de California, de modo que hay menos que acudan a Berkeley pero más que van a Santa Bárbara, Santa Cruz y otras instituciones dentro de la misma.

Algo similar ha sucedido en la Universidad de Texas después de que la discriminación positiva fuera ilegalizada. Hubo menos estudiantes negros que asistieran al campus principal en Austin, pero su número aumentó en la universidad tomada en su conjunto.

En los días en los que la discriminación positiva o las cuotas raciales funcionaban a pleno rendimiento, la mayor parte de los estudiantes negros admitidos en Berkeley nunca se graduaban. Y no era un caso único. Los críticos de la discriminación positiva llevan décadas diciendo que introducir estudiantes negros en instituciones donde no encajan académicamente reduce sus posibilidades de licenciarse. Esto crea un problema completamente innecesario, porque la mayor parte de ellos tendría posibilidades mucho mayores de mantener el ritmo y licenciarse en instituciones donde el resto de los estudiantes tuvieran calificaciones académicas similares.

La velocidad a la que se enseña hace casi imposible mantenerse al día cuando el ritmo está pensado para los estudiantes con notas de selectividad muy superiores en matemáticas e inglés que uno mismo. Pero incluso esos estudiantes con notas inferiores pueden ser perfectamente capaces de aprender el mismo material cuando se imparte a un ritmo más moderado.

¿Qué ha ocurrido con las tasas de licenciatura de estudiantes negros tras ser redistribuidos dentro del sistema de la Universidad de California? A aquellos que han planteado la pregunta se les ha negado la información. Y por supuesto, el reportero del New York Times ni siquiera menciona tales cosas.

Los asiáticos no son ninguna amenaza para los negros. Podrían servir de ejemplo, como sugirió una vez Bill Cosby. Dijo a algunos estudiantes negros: "Ellos siempre sacan una A [sobresaliente]. Es el motivo por el que los llaman asiáticos".

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